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ÓSCAR BELLOT
Miércoles, 29 de marzo 2017, 01:00
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madrid. Quien más quien menos sueña con ser acreedor algún día de las loas de sus paisanos. Pocos lo consiguen. Entre los que sí lo logran se cuenta Cristiano Ronaldo, convertido en monarca absoluto de Madeira, la tierra que le vio nacer hace 32 años y que consagra esta semana a rendir pleitesía a su hijo más ilustre. Dieciséis años después de su última visita al archipiélago, la selección portuguesa disputó ayer en Funchal un amistoso frente a Suecia devenido en tributo al último ganador del Balón de Oro. Marcó Ronaldo, pero Portugal perdió, 2-3.
Con 138 internacionalidades a sus espaldas, el delantero del Real Madrid ha vivido muchos días para el recuerdo vistiendo la zamarra lusa, pero ninguno con un significado tan personal. Más de ocho meses después de proclamarse campeón de la Eurocopa, el crack pisó el Estadio dos Barreiros para deleite de una tierra entregada a CR7.
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