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Jackson, durante un partido del Atlético.
Los ídolos efímeros del Calderón
fútbol

Los ídolos efímeros del Calderón

La espantada de Jackson Martínez a los seis meses, que Simeone reconoce como fracaso personal, no es algo nuevo para el Atlético

Daniel Cabornero

Viernes, 5 de febrero 2016, 17:52

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La corta etapa de Jackson Martínez en el Atlético ha revivido viejos fantasmas entre la afición rojiblanca, que últimamente disfrutaba de los títulos de su equipo en base a una política de fichajes con bastantes más aciertos que errores. Con el firme establecimiento de Diego Pablo Simeone y sus ayudantes como jefes del banquillo, allá por diciembre de 2011, el equipo colchonero había apostado por una idea sólida y eficaz tanto en el estilo de juego como en los futbolistas que debía contratar para llevarlo a cabo. Pero si se repasa el reciente historial de contrataciones del Atlético, aún salen a relucir un buen puñado de ídolos efímeros.

La llegada del 'Cholo', que entona el 'mea culpa' por no haber conseguido que el colombiano brillase, no ha desterrado esa tendencia por completo, si bien simplemente ha logrado que sus aficionados olviden pequeños fracasos individuales en virtud de un mayor éxito colectivo. El rendimiento de Jackson Martínez no estaba acorde a tal éxito colectivo, por lo que no se ha visto en el club con malos ojos el traspaso del colombiano al Guangzhou Evergrande chino por unos 42 millones de euros.

En las dos últimas décadas han sido múltiples los futbolistas que, al igual que Jackson, han aguantado en la entidad rojiblanca apenas seis meses, lo que se tarda en cerrar un mercado de fichajes y abrir el inmediatamente posterior. Los dos casos más recientes fueron la pasada temporada Alessio Cerci y Rubén Gracia 'Cani'; mientras el primero decepcionaba al 'Cholo' y desesperaba a las gradas del Calderón, Cani llegaba en invierno para sustituirlo pero eclipsado por el simultáneo regreso de Fernando Torres. Tan solo seis partidos disputó Cani con la camiseta del Atleti, sin pizca de un protagonismo del que un curso previo tampoco gozaron el francés Josuha Guilavogui, Martín Demichelis y José Sosa. El defensa solo entrenó unas semanas veraniegas con el 'Cholo' antes de irse al Manchester City y Guilavogui aguantó en Madrid hasta Navidad, cuando precisamente aterrizó en la capital de España un Sosa que había sido petición expresa de Simeone. El centrocampista y el entrenador habían coincidido unos años antes en Estudiantes de La Plata.

Sin la necesaria complicidad

Esa complicidad se notó enseguida y Sosa jugó 24 encuentros con el club rojiblanco, incluida la final de Champions League en Lisboa, una de las decisiones del Cholo más cuestionada, aunque sin convencer a una junta directiva que no prolongó su estancia en la ribera del Manzanares. Algo similar le ocurrió a la vez a Diego Ribas; fichado en la estación invernal, la plena confianza del técnico se vio recompensada con un vital golazo durante la ida de cuartos de final en la Liga de Campeones ante el Barcelona.

Además, el atacante brasileño había tenido un rédito parecido un par de temporadas antes. Entonces a préstamo desde el Wolfsburgo alemán, sí había superado la simbólica barrera de seis meses en el Calderón y se había erigido en pieza clave para conquistar la Liga Europa (3-0 en la final ante el Athletic Club, con gol incluido). Su relevo para ese 'impasse' lo tomó el turco Emre Belözoglu, otro chasco a tenor de sus 17 partidos en medio año con el Atleti (casi todos en competición europea y solo siete en Primera).

La estabilidad proporcionada por el 'Cholo' ha cortado la sangría de contrataciones efímeras, excepción aparte del inédito portugués Rubén Micael. El mediocentro luso llegó a Madrid en un lote junto a Radamel Falcao, pero de inmediato se marchó cedido una campaña al Real Zaragoza para luego ya nunca defender el escudo del Atleti. Sin oportunidades para probar suerte en el Calderón, y tras un discreto paso por el club aragonés, Micael fue de cesión en cesión hasta desvincularse de la entidad madrileña por completo.

El recuerdo de Gronkjaer

Este caso recordó al de Elías Mendes (enero de 2011) y al de los juveniles uruguayos Leandro Cabrera y Sebastián Gallegos, ambos fichados en julio de 2009 para no entrar nunca en los planes de quien dirigiese las riendas del banquillo colchonero. Era la etapa previa a Simeone, con constantes cambios de entrenador pese al título de la Liga Europa (final ganada 2-1 ante el Fulham) o el subcampeonato en la Copa del Rey (final perdida 0-2 contra el Sevilla) durante aquella misma temporada.

Algo más atrás quedan los recuerdos del uruguayo Richard Núñez, de cuya estancia en el Atleti pocos se alegran y de cuyo adiós se dice que fue el propio club rojiblanco el que pagó dinero para que se marchara al Cruz Azul mexicano. Aterrizó en Madrid en las navidades del 2004 al 2005 y abandonó la capital española con la entrada del verano aquel año, una situación en perfecta sincronía con la del extremo danés Jesper Gronkjaer. El nórdico se ganó pronto la titularidad e incluso debutó en cita grande: en el duelo capitalino ante el Real Madrid. Tal derbi acabó con victoria madridista por 0-3, pero Gronkjaer había dejado buena muestra de la calidad que atesoraba sobre todo en su despliegue por la banda izquierda. Pese a que dejó un grato sabor de boca a la afición de su nuevo equipo, el futbolista nacido en Groenlandia se fue al Stuttgart pues no era del gusto de Carlos Bianchi.

Ninguna pieza encajó; ni Gronkjaer con Bianchi, ni Bianchi con el presidente colchonero Enrique Cerezo, ni Cerezo con un cargo de entrenador que parecía a subasta. Ni tampoco una entidad que a veces no enfoca el mercado de fichajes, un período de transferencias que por la ribera del Manzanares ha acercado a jugadores tan dispares como el uruguayo Rubén 'el Pollo' Olivera (2004), el suizo Raphael Wicky (2001), el paraguayo Celso Ayala (2000), el también uruguayo Juanchi González (1999), el israelí Avi Nimni (1998), el yugoslavo Rade Bogdanovic (1997) o su compatriota Vladan Lukic (1993). Ni seis meses soportó cada uno.

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