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Leo Messi, durante la semifinal de la Copa América ante Paraguay.
Argentina, la gran amenaza para el anfitrión
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Argentina, la gran amenaza para el anfitrión

Messi mantiene su sequía pero disfrutó de una semifinal de ensueño ante Paraguay

colpisa/AFP

Miércoles, 1 de julio 2015, 13:40

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La Argentina de Lionel Messi disfrutó de una noche de ensueño con una goleada 6-1 ante Paraguay y se presenta como una severa amenaza para el anfitrión Chile en la gran final del sábado en el Estadio Nacional de Santiago.

Lo más llamativo de la histórica victoria es que Messi no anotó gol alguno y así mantiene una sequía de apenas un tanto en los cinco partidos que disputó Argentina, pero elaboró juego a gran nivel y asistió a sus compañeros en dos de las seis dianas.

«Cumplimos el primer objetivo que era estar en la final, venimos de una final de un Mundial (perdida ante Alemania) y ahora estamos en la final de la Copa América, con mucha ilusión y muchas ganas de poder ganarla», dijo Messi al término del partido.

Esta vez fueron sus escuderos Javier Pastore (París St. Germain), autor de un gol, y Angel di María (Manchester United), dos tantos, los que oficiaron de artilleros, pero formando un trío que puede ser letal para Chile si Messi despierta en la red.

Paraguay, un equipo aguerrido que casi nunca ceja en la lucha, esta vez se entregó mansamente al comienzo de la segunda parte, cuando Argentina ya estaba 4-1.

«Encontramos al mejor equipo del mundo que es Argentina. Sabíamos que íbamos a enfrentarnos al mejor equipo y realmente fueron muy superiores en todo», admitió Ramón Pelado Díaz, seleccionador de los guaraníes, en conferencia de prensa tras el encuentro.

La blanquiceleste que dirige el expreparador azulgrana Gerardo Martino había marcado apenas cuatro tantos en igual cantidad de choques anteriores, pero ante Paraguay hizo eclosión la pegada de los delanteros argentinos con media docena de tantos.

«El equipo fue preciso y efectivo. Esta vez entraron la gran mayoría de oportunidades», resumió Martino en la conferencia de prensa tras el partido.

Pese a la contundente goleada, Martino sostuvo que Argentina tiene cosas para corregir y criticó que el equipo «no tuvo la presión a la hora de recuperar la pelota», como sí había ocurrido en los cuartos de final ante Colombia, partido en el que no pudo marcar goles y que superó en los penaltis.

El anfitrión Chile recibirá el sábado a una Argentina en estado de gracia con su estrella Messi aún en deuda y con apetito de gol insaciable.

«Bueno la verdad es que ahora entraron todos, así que además de los goles se jugó muy bien», afirmó Sergio Kun Agüero, delantero del Manchester City, autor del quinto tanto argentino, tras el encuentro.

Argentina acumula una sequía de 22 años sin títulos, incluida la final del Mundial 2014, y se medirá en la cita decisiva a un combinado Chile que nunca ha ganado un título en su historia.

Si Argentina jugó de lejos el mejor partido de esta Copa América más brusca que brillante, su rival en la final sufrió hasta el último segundo para sacarse de encima a una incómoda selección de Perú, que ha crecido en forma vertiginosa con Ricardo Gareca como seleccionador.

Los de Jorge Sampaoli, un hijo dilecto de Marcelo Bielsa, desplegaron en el estadio Nacional de Santiago su acostumbrado juego vertiginoso y de ataque para llegar a su primera final del torneo de selecciones más antiguo del mundo después de 28 años.

Sampaoli sostuvo que la «ansiedad» de los locales le jugó en contra a Chile, pero se pudo recuperar a tiempo para cumplir el «sueño» de meterse en la final de la Copa América y habría que ver cómo esa presión influye en la gran final del sábado.

Una generación de grandes futbolistas como Alexis Sánchez, Arturo Vidal y Eduardo Vargas, nuevo artillero del torneo con cuatro tantos y autor de un doblete ante Perú, le permiten soñar despiertos a los chilenos, que salieron a mares a celebrar el éxito por las calles de la fría Santiago.

La pesada mochila

Messi, capitán y figura albiceleste, carga la pesada mochila de las frustraciones de Argentina, que se ha acostumbrado a quedarse en las puertas del Olimpo pese a contar con una pléyade de dioses del fútbol.

La Pulga tiene una espina clavada con la camiseta blanquiceleste, un karma que ha confesado como impotencia por casi no poder marcar, la otra cara de su implacable instinto asesino goleador en el Barcelona.

El centrocampista paraguayo Edgar Benítez había advertido antes del duelo en Concepción que a Argentina le iban a esperar «once guerreros que no van a bajar los brazos», aunque en esta ocasión Paraguay presentó la bandera blanca mucho antes de lo esperado ante una ofensiva rival implacable.

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