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Gaviria celebra su segundo triunfo en el Tour. :: afp
Segundo gol de Gaviria en el Tour

Segundo gol de Gaviria en el Tour

El velocista colombiano repite victoria mientras que Mikel Landa supera sin problemas un corte en el tramo final

J. GÓMEZ PEÑA

Miércoles, 11 de julio 2018, 00:17

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sarzeau. El fútbol le ganó la etapa al Tour. Cuando la cuarta jornada se tragaba el salitre del Golfo de Morbihan, llegó a Francia el eco del traspaso de Cristiano Ronaldo a la Juventus. La noticia corrió más que las bicicletas. Francia miraba el Tour de reojo. El público hacía tiempo hasta la semifinal del Mundial entre su selección y Bélgica, ya por la noche. Hasta la fuga se dividió así, en las dos mitades de un campo de fútbol. Los escapados eran dos franceses, Pérez y Cousin, y dos belgas, Claeys y Van Keirsbulck. Empate a dos. Y en ese ambiente futbolero, la etapa se decidió en los penaltis, en los once metros finales de la recta de Sarzeau. «El sprint es aguantar el dolor un poco más que los otros», definió Fernando Gaviria, que ni es belga ni francés, que aspira a ser como Sagan y que ya es más veloz que él. La tarde del Francia-Bélgica asistió a una confirmación: el colombiano Gaviria, ganador ya de dos etapas, es el nuevo 'Cristiano' del ciclismo. El gran rematador.

El Tour cuida los detalles. Antes de que pase la caravana de vehículos y ciclistas, dos operarios en una furgoneta salen a la caza de penes. Dicho así suena raro. Armados con botes de tinta detectan esas pintadas que llenan el asfalto con la silueta de enormes miembros sexuales masculinos. Las localizan, bajan y, brocha en mano, las convierten en mariposas. Tienen maña. Así queda mejor la carretera al paso de las cámaras. Francia es una postal. Y el Golfo de Morbihan, un paraíso. Francia líquida. Dicen que en esta bahía hay una isla por cada día del año. Morbihan, en bretón, significa 'pequeño mar'. La etapa flotó sobre él.

  • La Baule - Sarzeau

  • 1. F. Gaviria (Quick-Step) 4h25 01

  • 2 Peter Sagan (Bora) m.t.

  • 3 André Greipel (Lotto) m.t.

  • 4 Dylan Groenewegen (Lotto) m.t.

  • 5 Marcel Kittel (Katusha) m.t.

  • General

  • 1. Greg Van Avermaet 13h33 56

  • 2 Tejay Van Garderen (BMC) m.t.

  • 3 Geraint Thomas (Team Sky) a 3

  • 4 Philippe Gilbert (Quick-Step) a 5

  • 5 Julian Alaphilippe (Quick-Step) a 7

Nada más darse el banderazo, dos franceses y dos belgas se pegaron al rebufo de la moto que abría carrera. Uno de los franceses, Pérez, y uno de los belgas, Claeys, corren con la misma camiseta, la del Cofidis. Los cuatro subieron el precio de la etapa. Pérez es nieto de un aceitunero jienense. Piel de bronce. Se dejó el alma. Como Van Keirsbulck, el más pesado del Tour: 86 kilos de músculo. En el Golfo de Morbihan las mareas condicionan la vida. Si te echas a sestear en la orilla, igual te mojas. Algo así le pasó al pelotón de los velocistas. Para cuando despertaron la fuga ya estaba muy lejos. Sonó la alarma. Todos se apresuraron. Y las prisas traen los tropiezos.

A ocho kilómetros de la meta, una recta dejó a la vista a los escapados. El Quick Step de Gaviria no se bastaba solo. Le echaron una mano el Bora de Sagan, el BMC de Van Avermaet (maillot amarillo) y el Dimension Data del desaparecido Cavendish. La noria del sprint comenzó a girar. En el Tour son habituales los descarrilamientos, como el que partió el grupo a cinco kilómetros del final. Tiró a Urán y a Zakarin. E hizo poner pie a tierra a Mikel Landa, que pese a ello mantiene intactas sus opciones. Eso sí, uno de sus directores en el Movistar, José Luis Arrieta, le quitó galones en declaraciones a la página oficial de la ronda gala: «No tenemos tres líderes. El líder es Nairo por el bagaje demostrado en el Tour». Landa conoce ese guion. Ya lo sufrió en el Astana y el Sky. Pese a que en la clasificación de esta edición tiene más de un minuto sobre Quintana, es, según Arrieta, la bala de recambio.

Landa y Urán enlazaron. Zakarin, no. El ruso se dejó un minuto. Candidato menguante. El Golfo de Morbihan es un parque natural. Prohibida la caza. Salvo cuando pasa el Tour. El pelotón calibró la mira telescópica, acarició el gatillo y acertó con una ráfaga a los cuatro fugados. Quedaba poco más de un kilómetro. La suerte de los penaltis. En el ciclismo, como en el fútbol, hay que apuntar bien. La recta final, en ligera cuesta y con el viento en contra, estaba llena de variables.

«Es mis sucesor»

Richeze, el lanzador argentino de Gaviria, abrió la puerta. Es un gregario impagable. Siempre busca el mejor resquicio en esa maraña de piernas y jadeos. A rueda de Gaviria se bamboleaba la sombra de Sagan. El campeón del mundo sabe que el colombiano es más veloz. Espera su fallo. Sagan dudó. Dejó un momento la estela de Gaviria y se tiró a por la de Greipel, tremendo, que remontaba. Pero ni así. El sprint era largo, eterno. Las últimas pedaladas no las dan las piernas; son del alma. Gaviria fue más allá en esa frontera y sumó su segundo triunfo en cuatro etapas. Tiene el remate de Cristiano. «Es mi sucesor», le elogió Sagan.

Lejos, descolgado, apareció la cicatriz en una ceja del farolillo rojo, el estadounidense Craddock. Desde que se cayó el primer día, pedalea con una fractura de escápula. Apenas puede apoyarse en el manillar. Se ha impuesto una cruzada. Dice que por cada etapa que conquiste donará 100 dólares para la reconstrución del velódromo de Houston donde se hizo ciclista. Lo tiró el Huracán Harvey. Su iniciativa ha corrido por las redes sociales y ya se han recaudado 30.000 dólares. La sangre en su rostro es una de las imágenes de este Tour. En las redes comparan su sufrimiento con el teatro del brasileño Neymar cuando simula haber sido víctima de una patada. Estaba claro: en Morbihan todo en el Tour hacía referencia al fútbol.

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