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Luis Ángel Maté y Samuel Sánchez fueron dos de los ciclistas que descubrieron y analizaron el recorrido de la Vuelta'17. :: lavuelta
El Angliru empieza en Nimes

El Angliru empieza en Nimes

La taurina localidad francesa acogerá el inicio de la Vuelta 2017, que se decidirá en la cima asturiana

J. GÓMEZ PEÑA

Jueves, 19 de enero 2017, 23:53

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Hace ya veinte años, a Enrique Franco, entonces director de la Vuelta, le preguntaron por sus sueños. Miró hacia el techo y los enumeró así: subir la carrera al Teide, a la Higa de Monreal (Navarra), a la Bola del Mundo y a Peña Cabarga. Entonces ni soñaba con el Angliru, esa montaña que se mete por la ventanas de Oviedo, que cambia de color al capricho del sol y que no parecía hecha para el ciclismo. Hasta allí arriba sólo se atrevía a trepar un camino ganadero. Era, pese a estar tan a la vista, una montaña invisible.

Tuvo que verla primero un ciego, Miguel Prieto, asturiano de Sama y responsable del departamento de informática de la Organización Nacional de Ciegos (ONCE). Harto de escuchar que en España no había puertos como los del Tour o el Giro, convenció a su esposa para que le llevara en coche una mañana de niebla de 1996 hasta aquella cuesta que pinchaba las nubes desde el pueblo minero de Riosa. Ciego y, por tanto, inmune a la neblina, palpó con su pies el puerto. Un descubrimiento. Y lo compartió. Envió una carta a Enrique Franco. «Existe en Asturias, en plena sierra del Alamo, una montaña...».

Así comienza la historia del mito de la Vuelta. Lo holló primero el 'Chaba' Jiménez en la edición de 1999 y el francés Elissonde cerró esa lista hace cuatro años. El Angliru volverá este año al perfil de la carrera. Y ocupará el mejor lugar: el último. Será el puerto final de la ronda. Desde su cima ya solo restará el paseo final por Madrid para una edición que comenzará en Nimes (Francia) el 19 de agosto con una contrarreloj por equipos en la arena taurina de la ciudad más española de Francia, y que finalizará el 10 de septiembre con el sucesor de Nairo Quintana en la cúspide del podio madrileño.

La Vuelta se imita. «Somos fieles a nuestra marca de fábrica», señaló ayer Javier Guillén, director de la carrera, en la presentación del recorrido. Ha dado con la fórmula que le asegura el éxito de audiencia. Casi la mitad de la etapas, nueve, serán finales en alto. Al gusto del público. Tras partir desde la plaza de toros de Nimes, las montañas nevadas de Andorra catarán pronto, en la tercera etapa, las fuerzas de los líderes. Luego, aún bajo el calor de agosto, las explosivas cimas mediterráneas harán de examen. Ahí esperan los muros de Alcossebre -novedad en la quinta etapa y con rampas del 20%-, del Xorret del Catí y de las Cumbres del Sol, donde el año pasado solo Dumoulin pudo con Froome.

También Andalucía, en el ecuador de la carrera, podrá presumir de altura con tres metas verticales y fieles a la Vuelta: Calar Alto, que destapó el talento de Igor Antón en 2006, La Pandera y Sierra Nevada. Luego, ya de regreso al norte, aguarda la única contrarreloj indivual (42 kilómetros), en Logroño. A Guillén le gusta colocar esta etapa cronometrada antes del asalto final a la montaña. Quiere salvaguardar así la emoción, el sello de su carrera. Y lo consigue casi siempre.

Cantabria y Asturias

Todo el recorrido está hecho para llegar a la meta con los favoritos casi empatados. Que decidan Cantabria y Asturias. La Vuelta se suma al Año Jubilar Lebaniego con dos etapas cántabras. La primera es de estreno. Otro descubrimiento: el puerto de Los Machucos, que decora el paisaje, verde y piedra, de Arredondo. El pelotón descubrirá una ascensión cruel, con paredes del 28 por ciento. Arredondo es un pueblo de indianos, de aventureros que marcharon a América en busca de fortuna. De tipos echados hacia delante. De eso también se trata en el ciclismo.

Y si allí, en los pastos que miran al valle de Soba y al nacimiento en cascada del río Gándara, no está el tesoro, siempre quedará el Angliru. En la penúltima etapa. Asturias siempre le ha guardado un regalo a la Vuelta. Primero fue Pajares, aquel puerto que asustaba a los camiones en las fotografías en blanco y negro; después vino la subida a los Lagos de Covadonga con Marino Lejarreta en la proa.

Desde 1999, y por culpa de la buena vista de un ciego, el Angliru es el eje de la Vuelta cada vez que aparece en el recorrido. Esta vez, el viaje hacia la montaña asturiana partirá tres semanas antes desde Nimes. Guiño torero. Es un matador, el maestro José Tomás, el culpable. Él invitó a Guillén a una corrida en el albero francés. Solo frente a seis toros. El director de la Vuelta no conocía la ciudad romana de Nimes, la más soleada de Francia. Se enamoró y hasta allí llevará su carrera en agosto para iniciar el camino hasta el tribunal de Los Machucos y el juicio final en el Angliru. «La Vuelta -como dijo ayer en la presentación del recorrido la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena- es un espectáculo extraordinario».

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