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Vista del pelotón durante la séptima etapa de la Vuelta Ciclista a España, con salida en Jódar y llegada en el Alto de Capileira. :: J. L. / efe
Aru da un paso adelante y Froome sufre

Aru da un paso adelante y Froome sufre

El italiano casi le gana la etapa de Las Alpujarras a Lindeman y el británico, asfixiado, cede medio minuto

J. GÓMEZ PEÑA

Sábado, 29 de agosto 2015, 00:56

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En agosto, Sierra Nevada ha perdido buena parte de su apellido. Al llegar al Barranco de Poqueira, un tajo de Las Alpujarras en la cara sur del pico Veleta, no queda ni un copo. Lo único blanco son los pueblos colgados del barranco. Como Capileira. Si este tremendo calor andaluz es capaz de fundirle el nombre a la Sierra granadina, no es extraño que pudiera ayer con la resistencia de Chris Froome, el ganador del Tour, que se dejó medio minuto en un río de sudor. No se rinde -nunca lo hace-, pero emitió su primer síntoma de debilidad. Aún leve. En el Tour fue de más a menos. Así lo tenía previsto. En la Vuelta quiere viajar en sentido contrario: de menos a más. Ganar su segundo Tour le confirmó como el ciclista más fuerte. No quiere que la Vuelta, su calor, le funda ese título, ese apellido.

Desde Capileira, el segundo pueblo tras Trevélez más alto de España, se ve París. El Tour. Froome ganó la ronda gala en el primer final en alto, en La Piedra de San Martín. Ayer, en la etapa que abría al montaña de la Vuelta, se le cayeron del bolsillo un puñado de segundos: Aru, el favorito mejor parado, le sacó 34 segundos, y 27 le quitaron el líder Chaves, Valverde, Quintana, 'Purito' y el resistente Dumoulin. Aunque Capileira está a muchos kilómetros y días del Tour, la fatiga de la ronda francesa se le vino encima a Froome. Ni siquiera le esperaron sus gregarios, Roche y Nieve. A dos kilómetros de la cima, cuando Aru abrió su dentadura y dio un paso adelante, Froome perdió pie. Llevaba el aliento lleno de sol, de calor. Sin aire. Con la boca tan seca que parecía cartón, siguió a su ritmo: a limitar pérdidas. «Que no le descarte nadie», avisó Nieve. «Es normal que todavía no esté a tope. Irá a más».

Quintana calza dos tallas menos que Froome. De altura; no de talento. Pero también divisó París desde Capileira. En el pueblo hay un mirador con un nombre que asusta: El Tajo del Diablo. Colgado del abismo. Impresiona la vista. Quintana miró desde allí hacia París, hacia su segundo puesto en el podio. No le gusta esa plaza. No la quiere más. No volverá a cometer el mismo error: esperar a la última etapa, la del Alpe d'Huez, cuando ya era tarde para decapitar a Froome. Ayer lo dijo al fin: «Tenemos que cambiar de táctica. Un día atacará uno (él) y al día siguiente, el otro (Valverde)». Vale más ser primero que ocupar, como en París, la segunda y la tercera plazas del podio. A todo o nada.

El polvo de la meta de Capileria se le pegaba al sudor. Formaba una máscara. Le marcaba los pliegues de su rostro precolombino. No estaba contento en aquel enjambre de coches, bicis, micrófonos y gente, mucha gente, que revoloteaba por la cima. Como inspirado en esa colmena resumió así la etapa: «Aru nos ha picado a nosotros y nosotros le hemos picado a Froome». Se gustó y siguió con su visión del enjambre: «Todos los rivales vuelan alrededor de nosotros, del Movistar. Así que vamos a cambiar de táctica». A romper. A ganar la Vuelta. O Valverde o él. Dejan libres las otras dos butacas del podio de Madrid. Capileira está tan arriba y tan despejada que hasta allí llegaron ayer los ecos del pasado Tour, el que ganó Froome y perdió Quintana.

Más lejos se fue Luis León Sánchez en la salida de Jódar. «Hace calor, pero donde peor lo he pasado es el las carreras de Australia, en enero», comentaba. El sol ejecutaba las sombras. Ufff. Otro día de ciclismo a la parrilla. Luis León es de Mula, de Murcia. Está hecho al sol. Tiene un truco para entrenarse allí: «Madrugar. Salgo a las ocho de la mañana». La Vuelta no madruga. Ayer salió de Jódar a las doce y media. Cuando más pesa el sol. «Es inhumano», suspiraba Quintana. El que sí madrugó fue Txurruka. Suele hacerlo. Se fugó con Koshevoy, Cousin, Quintero y el holandés Lindeman. Txurruka sabe que lo que cuesta no es coger la fuga, «sino coger la fuga buena». La de ayer lo fue. Rompió el candado del pelotón, llegó a coger 13 minutos de ventaja y, aunque por los pelos, le sirvió a Lindeman para ganar la etapa en Capileria.

Sin aliento

Txurruka no tuvo fuelle. Y a Cousin le faltó suerte. Se cayó. Tocó la rueda de Koshevoy y dejó vía libre a Lindeman, un holandés sin currículo que le dio ayer al Lotto-Jumbo un premio inesperado. «¡Es mi mejor victoria!». Es casi la única. Y pudo haber sido de Fabio Aru. Tras siete etapas aplastados por el sol andaluz, los favoritos se sienten consumidos. Velados a plena luz. Ayer, tras el control del Movistar y el Astana, no se atrevieron a sacar la cabeza de la sombra del pelotón hasta que sólo faltaban dos kilómetros. Ahí se acabó jugar al escondite. Aru, que no pudo con Contador en el Giro, quería la etapa. Agitó la carrera. Su espalda ya no arrastra la caída de Caminito del Rey. Libre. Es un escalador y es sardo, de Cerdeña. Insular. Le gusta estar solo. Tiene un buen motor de explosión y nadie pudo seguirle.

Ese paso adelante provocó el paso atrás de Froome. Aru le desnudó. Le puso a la vista. El italiano no llegó a tiempo, por poco, de ganar la etapa, pero sí de poner en cuestión a Froome. «Que no, que es por el calor. Que Froome va a ir a más», repetía Nieve, que no se fundió en la Sierra con la que comparte apellido. Aru le arañó unos segundos a Valverde, Quintana, Chaves, 'Purito' y Dumoulin. Y medio minuto a Froome y a su compañero Landa. Ambos compartieron tiempo y pronóstico: los dos creen que el paso de los días y la rebaja de la temperatura les impulsará. Aunque algo les separa: Froome es líder del Sky; Landa, como en el Giro, es gregario de Aru. «Fabio está ahora mejor que yo», asumió el alavés en Capileira.

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