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José Manuel Pliego posa en Valdezcaray junto a su BH Cross.
Pliego y su 'Trepadora'

Pliego y su 'Trepadora'

El ciclista logroñés asciende puertos con su vieja bicicross BH

DIEGO MARÍN A.

Sábado, 29 de noviembre 2014, 19:57

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La bicicleta tiene más de treinta años. Es una bicicross BH de esas que los niños, en los 80, usaban para hacer derrapes, caballitos y, como mucho, ir a la piscina. «Los padres nos las quitaban para que no saliéramos a la carretera con ellas», recuerda José Manuel Pliego, sanitario logroñés de 42 años y aficionado al ciclismo. Un día rescató del trastero de sus padres aquella bicicleta de la infancia con el cómodo sillín alargado («Fue mi primera bici, me la compraron con 12 años»), «le hinché las ruedas, le pasé una bayeta para limpiarle el polvo y me fui a dar una vuelta con ella», explica Pliego.

Su intención era «volver a usarla para hacer recados por Logroño» pero acabó comprando el pan en Mendavia: 40 kilómetros el primer día. Colgó aquella aventura en las redes sociales y, desde entonces, se lo tomó en serio: «Empecé a entrenar porque esta bici tiene un desarrollo fijo, lo mismo para subir, bajar o llanear, y todos los días me voy hasta Meano, Bernedo o El León Dormido». Esta simpática heroicidad le ha llevado a ascender puertos emblemáticos como La Herrera, Clavijo, Urbasa, Piqueras, El Perdón y, el pasado sábado, Valdezcaray con su ya apodada 'Trepadora', pero partiendo siempre desde Logroño.

Pliego parte al amanecer y circula por carreteras secundarias. Así ha recorrido buena parte de La Rioja, Rioja Alavesa y La Ribera Navarra. Hasta ha ido y vuelto a Soria y Pamplona. Y se ha cruzado con muchos ciclistas, aficionados «'galácticos'» que «se echan a reír como si yo fuera un colgado». Pero la venganza se sirve fría y él, que apenas ha tuneado su bicicross BH añadiéndole un bidón y las bolsas del avituallamiento (dulce de membrillo) y las cámaras de repuesto, no es raro que acabe alcanzándoles y superándoles en los puertos. «A alguno hasta le he tenido que dar de comer porque le ha dado un pajarón», detalla.

El caso es que él se divierte y no hace mal a nadie, al contrario, incluso arranca una sonrisa, hace recordar viejos tiempos... «No compito, prefiero transmitir que la gente disfrute con lo que tenga», afirma, y es más: «Esto me ha ayudado a tener más personalidad, a estar en forma...».

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