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Albert Rocas, autor de cuatro goles, incluido el empate a treinta, arma el brazo ante Sergey Herrnández. :: javier sesma
El más difícil todavía del Naturhouse
LIGA ASOBAL

El más difícil todavía del Naturhouse

El equipo franjivino fue vulgar durante cincuenta minutos, pero corrigió a tiempo una mala inercia, venció y ya es segundo en la clasificación

ELOY MADORRÁN

Miércoles, 16 de noviembre 2016, 23:51

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pamplona. El diccionario de la RAE no tiene el adjetivo adecuado para definir los que ocurrió ayer en la Catedral de Pamplona. El Naturhouse la Rioja ganó al Anaitasuna (31-32) y se fue a dormir en el segundo puesto de la tabla tras la derrota de Ademar León en la cancha del Barcelona.

El Naturhouse ayer jugó mal, muy mal. Y sólo un arranque de rabia y un 'doble o nada' de Jota González en los últimos minutos pudieron obrar el milagro. El agua se convirtió en vino. El equipo se quitó los fantasmas que sobrevolaban desde la pasada campaña cuando se perdieron los dos partidos en Pamplona (Liga y Copa) y que ayer merodearon durante 50 minutos.

El Naturhouse jugó una pésima primera mitad en la que estuvo siempre sin identidad, como un equipo sin alma que tenía que jugar y debía cumplir. Sin más. Muy mal. Salió más enchufado Anaitasuna y se intercambiaron goles en ambas áreas. Ni Gurutz (que ayer celebraba su partido quinientos con el Naturhouse) ni Nordlander tocaron el balón. De hecho, a los siete minutos los dos habían dejado sus puestos a Kappelin y Sergey, respectivamente.

Vigo ordenaba al equipo en el centro con Langaro y Luisfe en los laterales. El brasileño estuvo muy fallón y le hubieran venido bien minutos de banquillo para serenarse, pero Jota González prefirió darle confianza. El cordobés, por su parte, acertó al principio con la portería rival si bien luego se dejó llevar por la corriente de errores, pases a la grada y lanzamientos mal seleccionados que maniataron al Naturhouse.

Primero Nadoveza y más tarde Agirrezabalaga hicieron mucho daño con su lanzamiento exterior. Ni la defensa ni la portería pudieron atajarlos. En los últimos minutos antes del descanso Kappelin aumentó su grado de eficacia, ayudado algo por la defensa, y el Naturhouse se acercó en el marcador.

Ángel protagonizó entonces los mejores momentos de los franjivino, anotando desde el centro del campo para superar a Sergey, que se lesionó al intentar cortar el balón. El propio Ángel volvió a marcar a trece segundos para el final un fly desde el cielo que le sirvió Cacheda. Aún tuvo tiempo Anaitasuna para marcar sobre la bocina con un tanto de Chocarro. 16-14 y mucha tela que cortar por delante.

Se esperaba una reacción de los riojanos tras el paso por los vestuarios pero no se vio, o por lo menos no fue suficiente como para llevarse los puntos en juego. O eso parecía. Encajó un gol rápido el Naturhouse y rápidamente limó la diferencia a dos (21-19). Había partido.

A partir de ese momento el equipo franjivino entró en barrena. Se atascó en ataque y se diluyó en defensa. Eran hombres contra niños. Caían los goles del lado navarro mientras los riojanos eran excepciones. Así se llegó a falta de diez minutos con 29-23 en el electrónico.

Se la jugó Jota y el Naturhouse atacó con siete jugadores de campo y Kappelin en el banco. Caían los goles del lado riojanos mientras que el Anaita entraba en estado de pánico. Además, la suerte ahora rechazaba a los locales y abrazaba a los visitantes (al revés que durante todo el partido). Albert Rocas falló el penalti para empatar a 30 goles, pero el rechace el cayó a él y empató.

Tensión. Defensa 5-1 en el Naturhouse y Ángel se hace con el balón para anotar de rosca antológica (30-31). Bazán descerraja a Kappelin desde seis metros (31-31). A falta de 65 segundos para el final, Vigo pone por delante al Natur (31-32).

Emergió Kappelin para vengarse de Nadoveza y hacerse con el balón. Con todo a favor Luisfe cometió falta en ataque y puso el 'más difícil todavía'. El cordobés se quedó en el suelo y atacó Anaitasuna para empatar. Bazán se hizo con el esférico en seis metros y se giró para encontrarse la figura del sueco Richard Kappelin saliendo en explosión y haciendo de noche la Catedral. La parada del partido.

Con seis segundos para el final el Naturhouse jugó bien evitando los errores y se llevó un partido que sólo lo ganara una vez, la de ayer, en caso de que vuelva a jugarse cien veces más. La suerte del campeón. Pero ojo, al Elverum no se le ganará jugando así. No hay dos milagros por semana.

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