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María Blanco, en una sesión de fotos de su equipo, el Mout Royal. ::
Las lesiones no frustran los sueños
BALONCESTO

Las lesiones no frustran los sueños

María Blanco prepara su segunda temporada en Calgary tras sufrir una lesión de ligamentos

Víctor Soto

Jueves, 4 de mayo 2017, 09:58

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La temporada universitaria en Canadá acaba de concluir para María Blanco. A sus 18 años, la base riojana tenía todas sus aspiraciones puestas en estrenarse en la liga de los campus canadienses y agradecer la confianza de su entrenador, que se quedó prendado de su juego en un partido de instituto y le invitó a unirse a la Universidad de Mount Royal (Canadá).

En plena pretemporada, sin embargo, todo se torció. Un sonido seco y un dolor intenso que han cambiado una vida, pero jamás han quebrado un sueño. «Era un 9 de octubre», rememora María Blanco, con la fecha grabada a fuego. «Intentaba robar un balón, giré y se me fue la pierna», recuerda. Positiva por naturaleza, ella no esperaba un diagnóstico tan cruel: rotura del ligamento cruzado anterior.

Su primera reacción, cuando supo de la gravedad de su dolencia, dejó pasmado a su entrenador, Nate McKibbon. «Preguntó si podía seguir siendo la 'rookie' del año». Al producirse la rotura durante la pretemporada y no haber debutado con el equipo, el sí rotundo dejó satisfecha a María Blanco. «Hay cinco años para jugar y aún puedo cumplir los cinco. De lo malo, no es lo peor», dice. Desde ese momento, arropada por sus compañeras de equipo, largas horas de fisioterapia, recuperación, natación y, sobre todo, estudios.

Y con un solo objetivo: volver a las pistas y poder hacerlo a lo grande. «Una lesión te cambia y te hace apreciar más el juego, te muestra la suerte que tienes por poder practicarlo», indica la logroñesa.

Criada en la cantera de Sotillo y Clavijo, hace un par de años decidió dar el salto a Estados Unidos y, posteriormente, a Canadá. Allí, siguió practicando el atletismo y el baloncesto, que finalmente le sirvió para obtener una beca en Mount Royal, donde estudia Negocios Internacionales. «A los 16 años resulta difícil irse de casa, pero es una decisión que hay que tomar. Creo que estas experiencias te benefician para toda la vida», explica. «Merece la pena. Quedarte en casa está bien pero salir, aunque no está hecho para todas las personas, te cambia la vida», reconoce.

Blanco asegura que en el mundo universitario estadounidense y canadiense se cuida mucho a los deportistas, quienes además tienen la oportunidad de combinar el deporte con la formación. «Juegas porque te gusta, pero hay muchas ventajas», incide. En España, por ejemplo, el sueño sería jugar en Liga Femenina 2 o, en el mejor de los casos, en Liga Femenina. Pero el salto para una jugadora joven es tremendo. La formación universitaria permite, al mismo tiempo, madurar como persona y como jugadora. El caso de María Blanco no es único. «En mi liga hay otras tres españolas y más gente de fuera porque las universidades lo facilitan», añade.

Periodo de recuperación

Ahora, la meta que se ha puesto la base riojana es volver a las canchas y devolver toda la confianza recibida. «He estado en rehabilitación y sigo trabajando», alega. Mientras sus compañeras se entrenaban, ellas se curtía en el gimnasio, nadaba, practicaba tiro o apuraba horas de médico y fisioterapeuta. Si el 9 de octubre fue el momento de la tristeza, ahora María Blanco tiene en mente «volver en el primer partido de pretemporada». «Será a finales de agosto y espero estar al nivel anterior y volver a jugar, que es lo que más deseo», añade. Casi 10 meses después, con el curso aprobado y muchos retos por delante, María Blanco volverá a jugar gracias a su tesón y al cariño recibido. «Me han tratado como si fuese parte de su familia. Mi entrenador, mis compañeras, los fisios... Me han dicho que me esperan y pienso devolverles todo el cariño que he recibido», concluye María Blanco.

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