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LOS 'WORKSHOPS' DE LANCHARES

CRÍTICA DE ARTE - ALBERTO PIZARRO

Lunes, 26 de febrero 2018, 23:54

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Algunos aficionados a la plástica reputamos de muy interesantes los cursillos, de tres días de duración, que vienen impartiendo en el Taller de arte Arancha Lanchares especialistas españoles, que enseñan al alumnado el intríngulis que les dio fama. Entre los profesores de nuestra Autonomía han figurado Amelivia y Xubero.

Como al rigor y a la disciplina de las horas de aprendizaje -siempre en un loable ambiente de camaradería- convienen la relajación de tensiones, a mediodía celebran una comida. La noche del sábado se van de 'laureleo' y copas. Y un vermú dominical permite la conversación distendida antes de la entrega de los diplomas acreditativos.

Según he podido constatar en Facebook, los artistas visitantes, llegados a su lugar de origen, cuentan y no paran lo bien que se pasa en Logroño.

En 2017, Carmen Mansilla impartió un taller de manos y pies; Juan Lobatón, de acuarela; Vicente Vallés, de anatomía humana; Jaime Valero, de retrato al óleo; Pedro Velver, de abstracción realista (procede como Dios en el sexto día de la creación del mundo: del magma de lo ya creado surgen el hombre y los animales); Kike Meana, de técnica velazqueña; y Laura Cameo, de hiperrealismo con pastel.

Principiando 2018, repitió Laura Cameo. Y mediado febrero vino Antonio Hernández, cuya obra tiene que ser de muchos quilates para que el maestro Amelivia, tan poco hablador como parco en elogios, escribiese en Facebook: «Este fin de semana voy a disfrutar a tope de la acuarela, asistiendo al cursillo que imparte en Logroño Antonio Hernández, gran pintor, especialista en acuarela y estupenda persona».

Estos talleres contribuyen de manera palmaria a que el quehacer de nuestros artistas no se anquilose, a que adquiera solturas y atrevimientos nuevos. Algo que ya se está percibiendo en algunas exposiciones de nuestra capital. Todo parece apuntar que los allegados al realismo van a seguir ganando la partida a los de otros estilos y tendencias.

No sé si como hablé un día, entre bromas y veras, con Amelia Pereira, culta consejera de Lanchares y esposa de Miguel Olano, el afamado tenor riojano interpretará a capela, en uno de los vermús, aquello que a mis 16 años -bailado mejilla con mejilla, sin arrimo pélvico alguno- era tocar el cielo: «Ciao, ciao, bambina, un bacio ancora/E poi per sempre io ti perderò/Come una fiaba, l'amore passa/ C'era una volta poi non c'è più». De ser así, avisen, estaré allí para decir a la anfitriona: «Bailas?».

Ahora que uno se va despidiendo de casi todo, su 'sí' sería el mejor fin de fiesta de los posibles. Aunque parecido efecto tendría el 'sí' de Amelia, de Ibana, de... Porque allí se da cita un mujerío espléndido. Nunca como ahora pintaron tanto, en todos los sentidos, las mujeres.

¿A qué viene tanta sentimentalidad? A que acabo de regresar de la boda del pintor Luis Burgos con la hechicera Klaudia BanCar, su enigmática y tierna perla cubana. Que deseo de todo corazón lo sea por muchos años.

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