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Jordi Évole recuerda que el reportaje sobre el accidente del Metro de Valencia supuso un antes y un después para 'Salvados'. :: R. C.
 «La cultura del zasca nos está envenenando»

«La cultura del zasca nos está envenenando»

Jordi Évole cumple mañana 10 años al frente de 'Salvados'. Empezó tratando la actualidad con humor pero se volvió serio. «Fue como la evolución de este país»

MIGUEL ÁNGEL ALFONSO

Sábado, 3 de febrero 2018, 00:18

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En 2008, un joven Jordi Évole (Cornellá de Llobregat, 1974), todavía sin canas, abordaba al entonces candidato del PP para las elecciones generales, Mariano Rajoy. «Hombre, el follonero», le dijo afablemente el ahora presidente, llamándole por su pseudónimo de entonces. Ocho años más tarde, ambos se sentaron en la Moncloa, pero ya nada era lo mismo, 'Salvados' había pasado de ser un programa de humor y actualidad a ser un formato de denuncia social con picos de 'share' del 25,2% y más de cinco millones de espectadores. Mañana (21.30 horas en La Sexta) cumple 10 años. «Igual hemos tocado techo, o no».

- ¿Dónde tiene el techo?

- A medida que vamos consiguiendo más cosas tenemos más cosas que perder. Al principio éramos unos pipiolos y nos veían cuatro gatos, todo era un crecer, y ahora igual hemos tocado techo, o no, pero el reto es arriesgar, ver dónde están los límites, sacar temas que no tenían sitio en 'prime time' y que funcionen.

- ¿El reportaje de las víctimas del Metro de Valencia cambió el rumbo del programa?

- Creo que fue así. 'Salvados' estaba haciendo una especie de transición y con ese programa, que provocó una movilización ciudadana y un terremoto político, tuvimos la sensación de que nuestro trabajo empezaba a servir para algo.

- ¿Fue una evolución consciente?

- Fue un poco como la evolución de este país. Cuando empezamos en 2008 estábamos todavía en una fiesta, nadie había apagado la música todavía. Con el golpe que pegó la crisis el programa tomó conciencia de la situación, todo eso fue antes del 15M y nuestros reportajes empezaron a tener más de denuncia que de humor.

- Dice que se apagó la música...

-... Y nosotros denunciamos la mala praxis de los que nos dijeron que la música iba a durar siempre.

- ¿Hay más miedo ahora por aparecer en 'Salvados'?

- Las entrevistas con los primeros espadas acaban siendo una especie de matrimonio de conveniencia. El político, el empresario o la persona representativa también quiere colocar su mensaje, usar nuestro altavoz. Hay que asumirlo, pero no quita que intentemos que le salga el tiro por la culata.

- Rajoy, Puigdemont, Nicolás Maduro... ¿Quién es el próximo?

- Siempre hay metas que nos marcamos y ojalá las alcancemos. Si hace dos años me dicen que voy a entrevistar a Maduro no me lo hubiera creído, pero lo conseguimos a base de picar mucha piedra.

- ¿Su momento más tranquilo en esta década fue cuando apagó Twitter?

- (Risas) Es bueno que no miremos tanto a la grada, creo que estamos demasiado pendientes de la grada, que está demasiado crispada y nos llega a través de las redes sociales. En cambio tú sales a la calle y lo que te encuentras es muy diferente, no es nada agresivo. Esa grada virtual nos está condicionando y a veces nos lleva a la autocensura. Un tema que vamos a tratar este año es el odio en las redes.

- Es para preocuparse...

- La cultura del 'zasca' nos está envenenando, incluso puedo decir que lo disfrutamos cuando se lo hacen a otros, pero cuando lo sientes en tus carnes te das cuenta de lo que esto supone. Deberíamos ser más respetuosos con los demás, aunque alguien que me pueda leer, esté pensando ahora que yo meto muchos 'zascas' en las entrevistas. Hemos entrado en una espiral negativa.

- Le han tachado de equidistante respecto al 'proces', ¿cómo lo ve?

- O bajamos de marcha o lo tendremos difícil. Estamos en un terreno de incomprensión mutua, es un tema grave y lo estamos tratando de forma grotesca. Deberíamos empezar de cero porque con el reproche no se construye nada.

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