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TV

UNA SGAE SIN LEY

OSKAR BELATEGUI

Miércoles, 28 de junio 2017, 23:59

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Cuánto daño ha hecho la SGAE a los derechos de autor. Cruel paradoja: la entidad encargada de velar por la propiedad intelectual ha aparecido tantas veces en la crónica judicial que su nombre resuena a corrupción con la misma intensidad que el de Bárcenas y compañía. Atrás quedaron los buenos tiempos de la SGAE, cuando nos invitaba a los periodistas a jornadas y congresos con hotelazo; entrevistar a Teddy Bautista era como ser atendido por el presidente del Gobierno. La lucha contra la piratería digital se quedó sin argumentos cuando la Guardia Civil entró en 2011 en el Palacio de Longoria para detener a su presidente, acusado de apropiación indebida, administración fraudulenta y delito societario. Llevaba 34 años al frente de una organización que nació con el noble propósito de que los creadores vivieran de su trabajo.

Desde entonces, la SGAE no ha levantado cabeza. La faraónica red de teatros que tejió Bautista ha tenido que malvenderse. Ramoncín sigue teniendo que dar explicaciones de su paso por la entidad en todas las entrevistas. Para el ciudadano de a pie, SGAE tiene las mismas connotaciones que Gürtel. Se piensa en el canon que hay que pagar por poner música en bodas y comuniones, en una banda de chupópteros que vive del aire. Cuando parece que las cosas están tranquilas, zas, dimite su presidente o afloran nuevos chanchullos.

Esta semana la Policía volvía a entrar en la sede de la SGAE, así como en la de unas cuantas televisiones, entre ellas, Televisión Española, Telemadrid, Castilla-La Mancha Televisión y Euskal Telebista. Buscaban a socios y a personal de las cadenas que se lucran con la llamara 'rueda', un fraude de ley que Antón Reixa quiso denunciar y que le costó el puesto. El músico vigués valora en unos 50 millones de euros el desfalco de unos cuantos socios, que cobran derechos por la música que suena en los programas televisivos de madrugada. El truco consiste en firmar arreglos ínfimos a obras libres de derechos y, en connivencia con la cadena, poner el cazo para que fluya el dinero. Si serán cutres que, como se cobra más por las interpretaciones en vivo, escondían a un pianista en un rincón del plató.

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