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TV

DOCE MINUTOS

YOLANDA VEIGA

Domingo, 12 de marzo 2017, 00:23

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En el programa de Jesús Hermida había una norma, cambiar de tema cada doce minutos porque si no los espectadores se escapaban. Lo bueno de entonces era que simplemente apagaban la tele, no se iban a la competencia porque no la había. Lo de los doce minutos era el tiempo estimado que calculaban duraba la atención del espectador a esas horas por la mañana. Por la noche es distinto porque no vemos la tele mientras estamos a ocho cosas a la vez, la vemos como actividad principal. Y pasan doce minutos y trece y catorce y estamos tan a gusto en el sofá que nos quedamos, nos entretenga la cosa más o menos.

La teoría esta de los doce minutos la rescatamos a propósito de la marcha de El hombre de Negro de 'El Hormiguero'. Abandona el show nocturno de Pablo Motos en Antena 3 porque la exigencia es tan alta (el programa es diario y en directo) que no lo puede compatibilizar con otros proyectos profesionales. Se va a notar su marcha porque después de Motos y Las Hormigas, él es la tercera pata. O lo era al menos, porque con todos los fichajes que han ido haciendo ahora el programa es mucho más coral. En todo caso, El Hombre de Negro era una marca, un sello del programa, como cuando Buenafuente creó al Follonero.

Además, es un tipo pausado que le ponía algo de sosiego a este programa donde todo ocurre demasiado deprisa, como si Motos hubiera cogido la teoría de los doce minutos de Hermida y la hubiera convertido en la de los doce segundos. Cada noche el plató es un continuo ir y venir de gente haciendo cosas extravagantes: salen robots que bailan, ponen a las mamás a identificar las caquitas de sus bebés, montan una pista de esquí, o de patinaje, o de baile, Pilar Rubio hace malabarismos, baila 'Dirty Dancing' o se mete a una piscina y aguanta la respiración dos minutos... Y todo eso ocurre en la hora escasa que dura el programa, con lo que la exigencia de producción es terrible. Lo harán así porque tendrán estudiado que es lo que funciona, pero da la sensación de que Marron podría hablar más despacio sin que tuviera efectos catastróficos para la audiencia. Hasta los doce minutos no hay riesgo de fuga.

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