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TEMPORADA DE HURACANES

CARLOS SANTAMARÍA - ANECDOTARIO

Viernes, 22 de septiembre 2017, 00:15

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Durante los sanmateos hay un rato a primera hora de la tarde en el que todo se queda en calma, las calles se aletargan, se apaga el ruido de las charangas y por unos minutos no parece que estemos en plena fiesta. Ese silencio lechoso es falso, un espejismo, una farsa, es la tranquilidad tramposa del ojo de un huracán que nos atropella cada día y cada noche durante esta semana loca; al cabo de unos minutos vuelve a desatarse el vendaval. Porque la temporada de huracanes de La Rioja son sus fiestas de verano. Miras el mapa de los pueblos con la previsión del tiempo en una mano y el programa de actos en la otra e intentas tenerlo todo controlado pero es inútil, siempre acaban pasando cosas insospechadas. Hace unos días en Haro una mujer vino a saludarme muy risueña. Me recordaba -decía la buena señora- de aquella vez que ella y sus amigos me invitaron a comer caracoles. «Qué bien lo pasaste, ¿eh?», insistía la mujer. Yo no tenía la menor idea de lo que me estaba hablando, pero era tan encantadora que estuve diez minutos asintiendo con la cabeza y dándole la razón en todo. Después se marchó bailando con su cuadrilla por la calle Virgen de La Vega. Tormenta de nivel cuatro.

Estamos arrancando las últimas hojas del calendario festivo, se acaba nuestra temporada de huracanes y termina como siempre con gran espectáculo: San Mateo en Logroño y el Cristo de los Remedios en Briones; otra vez el corazón partido y otoñal. En cuanto pase estos días vendrá el otoño de una vez, porque el verano no se acaba cuando llega la Liga ni cuando empiezan las clases; el verano se extingue siempre la última noche de San Mateo con la quema de la cuba. Entonces queda flotando en el frío de septiembre el aroma de la pólvora como si fuera el olor a tierra mojada que nos dejan las tormentas al alejarse. Con ese último olor de la pólvora en el aire te quedas medio idiota, melancólico, igual que cuando te sorprende en un ascensor una ráfaga del perfume que usaba tu ex novia. Pero no hay que adelantar las nostalgias, todavía tenemos verano; aún nos queda San Mateo.

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