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DIEGO MARÍN A.
LOGROÑO.
Domingo, 22 de abril 2018, 01:07
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Tiene Sergio Dalma un público asegurado en La Rioja. Ya actuó en febrero del 2016 llenando el auditorio de Riojafórum en Logroño y el pasado viernes lo volvió a hacer para presentar la tercera parte de la trilogía de homenaje a la canción italiana, 'Vía Dalma III'. No es de extrañar que este artista cuente con seguidores tan fieles teniendo en cuenta su trayectoria (cuarto en Eurovisión 1991, lo más cerca que ha estado España de ganar en 26 años), su calidad y su impresionante chorro de voz, aunque en la industria musical no impere hoy eso sino más bien la televisión.
Y en esa supremacía de la imagen por encima de todo, incluso de la música, ya resulta hasta normal comprobar cómo algunos espectadores, aquellos que habían pagado 60 euros de entrada por situarse en primera fila, con el cantante a un metro y medio, preferían pasar el concierto haciendo fotos y vídeos que disfrutar del momento sin distracciones. O peor, con Sergio Dalma a medio metro, porque se acercaba esporádicamente al público para transmitir cercanía, le daban la espalda para hacerse un 'selfie'.
Vivimos en el imperio del 'selfie'. Debe de ser cuando menos desconcertante para un artista como Sergio Dalma darlo todo en el escenario y que algunos espectadores, sobre todo los más cercanos, estén más atentos a fotografiarle que a escucharle. El primer tema que interpretó fue 'Toda la vida'. El primer ramillete de canciones tuvo mucho ritmo y se acercó al género rock. Sergio Dalma estuvo acompañado de una muy buena banda que sonó perfecta. Interpretó veintiséis canciones a lo largo de dos horas de actuación, aunque algunas emblemáticas como 'Sólo para ti' fueron en formato a dúo junto a su corista Alicia Araque, acompañados solo de los teclados, y otras, como 'Esa chica es mía' y 'Bailar pegados', tuvieron una versión reducida o interrumpida para jugar a cantar con el público.
Hizo bien una cosa Sergio Dalma, y fue hablar lo justo, dedicarse a cantar. Tras las primeras tres canciones se dirigió al público para agradecer su asistencia. Fue decir: «Todo pasa muy deprisa...» y ya le dispararon el primer «¡Guapo! de los cientos de la noche. Antes de poder finalizar la segunda frase empezaron a acercarse diferentes espectadores (una madre con su hija portando un dibujo, tres mujeres con regalos, un hombre para que Sergio Dalma leyera un mensaje de felicitación por una boda...), a los que el artista atendió con amabilidad y la paciencia del santo Job. Quizá en su inocencia, tal vez creyéndose en su derecho por haber abonado los 60 euros de entrada, aquellas personas olvidaron que, además de ellos, había más de 1.200 espectadores allí en Riojafórum y que por más que pueda resultar feliz (a veces) un matrimonio, al resto podía caber la posibilidad de que les interesara más bien poco el resultado de esa unión.
«Hace una semana que venía preparando el 'speech' y ya no sé por dónde iba», confesó el cantante tras las interrupciones. El desfile cesó, en parte gracias a los acomodadores, y el concierto pudo continuar. Y lo hizo con ese homenaje radiofónico y mediterráneo a la canción italiana, con temas como 'Te amo', 'Será porque te amo' y 'Volare' y, también, con las canciones más conocidos del artista: 'A buena hora', 'La vida empieza hoy', 'Gloria' y, como colofón final, 'Galilea'. El repertorio fue desplegado de forma ágil y dinámica, levantando al público puntualmente en temas como 'Tú y yo' y 'Este amor no se toca' y haciendo disfrutar a los presentes de un buen directo, que es de lo que se trataba.
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