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El músico Julián Sacristán.
Una vida entre seis cuerdas

Una vida entre seis cuerdas

Julián Sacristán, músico pionero de la guitarra eléctrica en España y componente de Los Flaps, Los Flecos y Los Pekenikes, repasa su trayectoria y cuenta qué ha sucedido con el rock and roll en los últimos 50 años

Alberto Ferreras

Domingo, 28 de junio 2015, 07:38

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Julián se expresa con la cadencia que le proporciona la experiencia de haber visto una evolución musical desde los primeros años de la década de los 60 hasta el momento presente. En apariencia es un hombre serio, distante. Sin embargo, pronto aparece una persona afable, próxima y sonriente, que muestra los lugares de su casa donde sigue manteniendo y tocando sus guitarras con una precisión impecable.

Habla con nostalgia de un tiempo que ya es historia y que ha dejado en el olvido, según él, a algunos de aquellos pioneros musicales. Todo lo que se hace hoy en día es por mí y por todos los que como yo luchamos por aquello. Pero a la música la empieza a ganar la electrónica, afirma. Ya no tiene el sentido romántico ni la melodía lineal que tenía. Hoy solo prima el golpe. La gente ya no atiende a la música, solo quiere ritmo. No quiere escuchar música. Hoy día solo se va a sentir.

Y es que Julián Sacristán vio nacer, de manera literal, la música rock en España. De ahí la contundencia de su argumento. Todo esto empieza en el año 59 o 60, que es cuando viene la revolución juvenil de Estados Unidos. Yo tocaba el acordeón, pero cuando empecé a escuchar aquella música, el rock and roll, quise una guitarra eléctrica. Escuchaba discos en la radio, que llegaban desde Estados Unidos de manera misteriosa, y empezamos a aficionarnos unos cuantos a esto.Julián aprendió a tocar la guitarra de la mano de Morenito de Hellín, un guitarrista flamenco excelente como músico y como persona.

Cuando Julián continúa el relato, matiza aún más el origen de este nacimiento musical Éramos 50 o 60 amigos nada más. Julio Iglesias, Miguel Ríos, Albert Hammond Pero era imposible encontrar instrumentos. No existían las guitarras eléctricas, y se conseguían en las casas de empeño si algún extranjero dejaba alguna.

Los Flaps surgen a finales de 1960 en la Escuela de Peritos Aeronáuticos de Madrid, de ahí el nombre. Escuché a Los Shadows con el sonido misteriosísimo de unas guitarras que no conocíamos hasta que ellos mostraron las Fender Stratocaster. Julián muestra orgulloso una de ellas, impecable, de color azul turquesa. Esta es la segunda Fender que vino a España en el 61. Las Stratocaster se empezaron a fabricar un par de años antes. Esto es una auténtica joya, recalca con orgullo. Me la trajo mi padre de Londres. Todo el mundo pasaba a verla por el local de ensayos. Sólo existía una, que la tenía el guitarra solista de Los Pekenikes, Lucas Sainz, y con eso empezamos a hacer la música que oíamos. Sacristán fue uno de los primeros guitarristas eléctricos que hubo en España.

En un principio, Los Flaps fichan por la RCA, la discográfica de Elvis Presley. Comienzan a acompañar a Steve Rowland y posteriormente al dúo Albert y Richard, que tiempo después dejaría paso a la carrera en solitario de uno de sus componentes: Albert Hammond.

Teníamos el equipo más espectacular que había en España: tres guitarras Fender y una batería Premium como la de Los Shadows, cuenta Sacristán. De hecho, Julián interpretaba el sonido Shadows de manera literal a como lo hacía el guitarrista de la banda británica, Hank Marvin.

Tras Los Flaps, llega una curiosa historia que Julián comienza a relatar dentro del marco musical donde se encontraban los grupos. La música en aquella época era absolutamente artesanal. No había productores. Solo existía un director musical en la casa discos que te decía si desafinabas. Por ejemplo, le pregunté al director musical de la RCA, que cuantos discos podíamos vender, y me contestó: pero qué vas a vender, muchacho, si en España hay 46.000 tocadiscos, acaba sonriendo Sacristán al recordar el momento.

En 1965 aparecen Los Brincos, un grupo que contaba ya con productor y arreglista. De esa forma, coparon el mercado. Pese a que en Barcelona había unos grupos excelentes (los Mustang, los Sirex, los Salvajes), comenta Sacristán, en Madrid estaba todo el cogollo: pero desde Cataluña, con buena visión del negocio, crearon un grupo en para contrarrestar a Los Brincos. Entonces cogieron a los mejores de varios grupos (entre ellos yo) con músicos madrileños pero con dirección en Barcelona: Los Flecos.

Sin embargo, tras algo más de dos años cosechando grandes éxitos, Los Flecos se separan. Tuvieron para mí un error, explica Sacristán. Se eligió a cuatro gallitos, pero en el mismo corral. Terminamos mal, y ahí dejé la música profesionalmente.

Los Flecos dejaron paso a Los Pekenikes, aunque la colaboración de Julián Sacristán con esta mítica formación fue temporal. Lucas Sainz se fue a Inglaterra a hacer un curso y estuve un tiempo con ellos. Pero de Los Pekenikes he sido un simple amigo que ocupó un puesto durante un tiempo. Luego dejé de tocar, pero no la música. Estuve produciendo grupos y componiendo bandas sonoras

A principios de los 90, una discográfica le encarga a Sacristán un disco instrumental. Hice 12 canciones. El disco se llamaba Dedicado a. Se lo dedicaba a toda la gente que me había escuchado, pero una canción llamada Dedicado a Malena, que es mi mujer, se convirtió en la canción preferida de todas las que he compuesto en mi vida.

Cuando el músico reflexiona sobre todo lo que ha vivido y lo que le ha traído hasta el momento presente, su semblante se va volviendo serio de manera progresiva. Mira, mi padre fue matador de toros, y dicen que los matadores de toros lo son hasta que se mueren. Con los músicos pasa lo mismo. Yo me moriré con una guitarra en la mano. Hubo una época en la que dije que no tocaba más y estuve casi 10 años sin tocar. Pero volví y disfruto tocando solo, pero disfruto más con la gente

En los últimos años de la década de los 90, Sacristán colaboró con Los Jets, una formación con la que grabó un CD y con la que tocó en directo en varias ocasiones en el castillo de Santa Bárbara de Alicante. En 2012, en el mismo lugar pero con nuevos músicos, volvió a interpretar su repertorio, aunque en esta ocasión bajo el mítico nombre de Los Flaps. Hoy día, y afincado en esa ciudad, Sacristán sigue tocando como solista las canciones que ha interpretado toda su vida. Lo hace en pequeños locales de amigos o en tranquilas veladas frente al mar. Y no es una cuestión de dinero. Mi caché sería impagable, dice bromeando.

Al finlizar el encuentro con Sacristán, el músico realiza unas cuantas consideraciones finales que le hacen recapacitar de nuevo. España es un país de viejos, comenta apesadumbrado. Mi generación ha tenido mucha suerte. Ha vivido la época dorada de los 60 que nunca volverá. Todos los de esa época nos hace tener algo dentro que nos hace ser jóvenes con casi 71 años que yo tengo. La música desaparece. Pero hay tanta generación mía Cuando yo toco, la gente viene a hablar conmigo y me dicen los recuerdos que las canciones les han traído. Eso a mí me lleva para arriba. Sé que ya no soy el que era, las manos pero lo llevo aquí, en el corazón. Cuando toco y canto lo hago casi como cuando tenía 18 años. Yo aguanto en un escenario. Y aguanto. Luego eso sí, cuando termino, me caigo agotado....

Un veterano y verdadero rockero en estado puro. Por muchos años más.

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