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Jane Hawking, primera mujer del físico Stephen Hawking.
Vivir al borde de un agujero negro

Vivir al borde de un agujero negro

Jane Hawking publica en español las memorias que inspiraron 'La teoría del todo'

Miguel Lorenci

Sábado, 24 de enero 2015, 08:00

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«Durante un cuarto de siglo viví al borde de un agujero negro». Así se refiere Jane Hawking (1944), Wilde de soltera, a su matrimonio con Stephen Hawking (1942), una de las mentes más brillantes de la historia, un físico genial atrapado en un cuerpo devastado por una enfermedad neurodegenerativa, con quien se casó en 1965, con quien tuvo tres hijos y del que separó en 1990. Unos años que repasa en 'Hacia el infinito' (Lumen), las memorias de esos agridulces lustros que han dado pie a la elogiada película 'La teoría del todo', dirigida por James Marsh.

Jane defiende «como una historia de amor» el libro que publicó en inglés en 2007 y que solo pudo abordar «cuando desterré el rencor». Su exmarido «no lo ha leído» pero le consta que «ha visto la película y le ha gustado», lo que ha suavizado tensiones latente entre ambos. «Algo ha cambiado en su actitud y tenemos un relación más amable», explica.

Y es que hubo momentos «muy duros y muy difíciles» en una relación que acabó en divorcio, distancia, reproches e inquina que hoy quedan atrás. «La relación es hoy cordial y nos reunimos a menudo con nuestros tres hijos maravillosos» explica Jane en el pulcro español que aprendió de joven. Estudió filología española y dedicó su tesis a las jarchas, esos versos que marcan el origen de nuestro idioma que comparaba con al cantigas portuguesas y las de Alfonso X. Nos visitó por primera vez a principios de los 60 y está «encantada de regresar a un país maravilloso». Estudiaba la España mozárabe y escudriñaba el origen del español mientras su marido teorizaba sobre el origen del universo y lo viajes en el tiempo. «No sabría decir en qué consiste exactamente su ciencia» escribe Jane , pero le enorgullece que se hija Lucy sea capaz «de interpretarla en libros infantiles». Jane era consciente de que su matrimonio con Hawking le daba un puesto en la historia «y que si no escribía estas memorias, alguien extraño y con otros intereses acabaría haciéndolo e inventando nuestras vidas». Deja muy claro que no es una biografía de su exmarido ni una autobiografía. «Esperé a que se disiparan la amargura y el rencor. No quería que me pudiera el dolor de la separación y aparecer como un mujer herida" dice Jane que en 1994 anticipó ya las memoria 'Música para mover las estrellas'.

Espiritual

Se define con una persona «espiritual antes que religiosa» y le incomoda hablar en público de sus creencias, aunque en el libro refiere momentos de recogimiento y oración. Abuela de tres nietos, casada ahora con Jonathan Heyller Jones, profesor de música barroca, Jane baila ritmo latinos, canta en un coro y dice que la música es «una de las razones de mi vida». «Acentúa esa espiritualidad y una fe que siempre me ha dado fuerza ante las dificultades». «La fe no de debe imponerse, pero en mi vida ha obrado milagros, que sí ocurren», confirma. Unos milagros «en los que Stephen Hawking no cree, cuando en realidad él es la prueba de que existen».

Y es que cuando al joven Hawking le diagnosticaron ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) en 1963, su horizonte de vida era de solo dos años. Han pasado más de cincuenta y sigue vivo y desafiando a la enfermedad de la motoneurona. Jane está convencida de que en buena parte se debe «a su fortaleza extraordinaria». Cita la «terquedad» como el rasgo más definitorio del carácter de su ex y sostiene que «si ha logrado sobrevivir es debido a su persistencia y no ha aceptado jamás la negatividad».

Cuando cruzaron sus vidas era dos jóvenes universitarios y a ella le sedujo «tanto su excintante inteligencia como su sentido del humor». Se casó a sabiendas de que la muerte era una amenaza cierta y que las dificultades que imponía la enfermedad serían enormes. Durante año se les negaron las ayudas públicas que ahora reclama para todos los afectado con enfermedades neurodegenerativas. «Estaba sola, atendiendo a Stephen a mis tres hijos -Robert, Lucy y Timothy- y a veces la situación fue infernal», refiere. Recurrió a organizaciones filantrópicas ya que «las ayudas públicas se nos negaban por que se suponía que teníamos suficientes recursos». La ayuda llegó, al fin, encarnada en una legión de enfermeras que supondrían «el principio del fin» de la pareja. «Lo trataban como a un dios, adulándolo con desmesura, y él se lo creyó» dice torciendo el gesto.

Hawking quedó atado a una silla de ruedas a mediados de los ochenta. Hoy sigue totalmente inmovilizado, se expresa a través de un sintetizador y un ordenador y mediante el movimiento de sus ojos, una invalidante situación que no ha limitado ni su genio ni su obra. Como Jane , el físico también rehízo su vida emocional. Divorciado en 1991 se casó con una de aquellas enfermeras, Elaine Mason, de la que se separó en 2006 tras una acusación de malos tratos.

La película que ha propiciado la publicación del su libro en castellano le ha gustado a Jane y le parece ajustada a su relato. «La emoción es la esencia de esta historia y la película logra mantenerla de manera absolutamente verdadera. Es muy hermosa, una maravilla», dice. Sabe que es «imposible» resumir un cuarto de sigo en dos horas y que eso obliga a suprimir muchas cosas, de modo que comprende la labor de guionista, Anthony McCarten con quien trabajó en la adaptación. Eddie Redmayne encarna a Stephen y Felicity Jones a Jane Wilde Hawking . Jane resume la historia como «la maravilla de haber podido vivir al lado de alguien tan especial a pesar de sus defectos».

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