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La Reina Letizia inauguró el Seminario en San Millán. :: Justo rodríguez
El lenguaje en la era de la posverdad

El lenguaje en la era de la posverdad

Conclusiones del XIII Seminario Internacional de Lengua y Periodismo celebrado en San Millán de la Cogolla

LA RIOJA

SAN MILLÁN.

Domingo, 3 de junio 2018, 01:00

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«Siempre han existido las noticias falseadas y la manipulación informativa, pero actualmente las nuevas y poderosas herramientas tecnológicas, accesibles a casi cualquiera sin apenas coste, hacen que estas se fabriquen con una mayor velocidad y facilidad. Lo que, sumado a la sofisticación a la hora de camuflarlas y a la dificultad para distinguir lo real de lo fabricado de manera rápida y sencilla, les otorga una nueva dimensión: ahora son enormes redes de desinformación intencionada y extensiva». Así arrancan las conclusiones del XIII Seminario Internacional de Lengua y Periodismo, celebrado en monasterio de Yuso de San Millán de la Cogolla, los días 29 y 30 de mayo.

Para los participantes en la cita emilianense, el fenómeno de las noticias falseadas no solo afecta a los medios de comunicación o a la política; también a campos como la seguridad, la defensa o la salud, como por ejemplo, «promoviendo la no vacunación o negando la existencia del cambio climático».

«Aunque el concepto de verdad es muy complejo y se presta a múltiples interpretaciones desde el punto de vista filosófico, los periodistas deben centrar su atención únicamente en la búsqueda de una verdad periodística, basada en hechos comprobados de acuerdo con reglas y mecanismos profesionales de verificación», aseguran los ponentes.

Apuntan también que el buen periodismo debe actuar de muralla de contención de la información falsa y «recuperar su papel educador, no desde el dogma, sino desde el apego absoluto a la realidad para impedir tergiversaciones que vacíen las palabras de significado, evitando hermanar la confusión con la manipulación».

Tan preocupante como la difusión de noticias falseadas es la utilización de las nuevas tecnologías para crear burbujas en las que los ciudadanos solo están en contacto con las ideas y opiniones que coinciden a priori con las suyas y que son hostiles a los matices autocríticos. «La desinformación contribuye a crear estas burbujas que encierran a los ciudadanos en cámaras de eco y dinamitan la existencia de espacios comunes de diálogo, imprescindibles para el buen funcionamiento de las sociedades».

Destacan igualmente que «esconder los hechos y resaltar las palabras, convertir todos los temas en viscerales, establecer una separación radical entre nosotros y ellos y apelar al miedo son algunas de las principales estrategias de manipulación informativa». Y advierten de que, en ocasiones, lo que no se dice puede ser tan importante como lo que se dice: «Con la capacidad de expresar ideas de manera indirecta y la capacidad de los oyentes de inferirlas, se puede decir mucho más de lo que se desprende del sentido literal de las palabras. Esta destreza, que es normal y que se emplea en todo tipo de discursos, se puede utilizar con fines de manipulación también».

La expresión de las emociones no es universal en los distintos idiomas, pero existen rasgos comunes a distintas lenguas y culturas y es por eso que «las emociones negativas se perciben como más intensas que las positivas, por eso están siempre presentes en los discursos que tratan de manipular». «Los medios de comunicación deberían extremar el cuidado en el uso del lenguaje para evitar una apelación excesiva a las emociones frente a los hechos, aunque eso pueda atraer y retener más la atención de los lectores o resulte, en ocasiones, más rentable económicamente», añaden las conclusiones.

Información y emoción

El hecho de que el discurso de la posverdad apele a las emociones no quiere decir que expresar las emociones sea en sí algo negativo, puesto que es una parte fundamental del lenguaje humano, al tiempo que cumplen la función emotiva-valorativa y ayudan a la salud física y mental. «Otra cosa es que la expresión de las emociones se use con fines manipuladores».

La difusión de noticias falsas crea a menudo una realidad paralela que puede ser decisiva en asuntos cruciales como elecciones y referéndums y favorece más a largo plazo divisiones en el seno de las sociedades.

Avisan los ponentes de que quien acepta las noticias falsas que circulan por la red no tiene que ser un ignorante o alguien a quien se engaña fácilmente. «A menudo existe una decisión consciente de aceptar ciertas informaciones, independientemente de su veracidad, para reforzar las propias opiniones o los sentimientos».

Los nuevos modos en los que el ciudadano accede a las noticias -antes las buscaban en los medios y ahora les llegan, en muchas ocasiones, a través de las redes y sus contactos- a menudo, ya seleccionadas, favorece la difusión de noticias falsas. «El papel de jerarquización y verificación de la información que hacían los medios ha desaparecido o está desapareciendo. La información y la desinformación viajan sin filtro por las redes sociales; la desinformación lo hace mucho más rápido (hasta seis veces más según algunos estudios) que la propia información», finalizan las conclusiones del Seminario.

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