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Alumnos de la academia Vivarium Novum ofrecen un recital en Villa Falconieri. :: r. C.
El latín está muy vivo  en Vivarium Novum

El latín está muy vivo en Vivarium Novum

Cuarenta alumnos de todo el mundo estudian cultura clásica en un internado de Roma donde solo se habla la lengua de Ovidio

DARÍO MENOR

ROMA.

Martes, 15 de agosto 2017, 23:40

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En la magnífica Villa Falconieri, ubicada en Frascati, a unos 20 kilómetros del centro de Roma, hay un «unicus in toto orbe terrarum locus». O sea, un lugar único en el mundo. Allí tiene su sede Vivarium Novum, una academia donde 40 jóvenes de entre 17 y 25 años de diversas nacionalidades estudian durante uno o dos años la cultura clásica con una gran peculiaridad: la vida transcurre allí en latín o en griego antiguo. Desde que se levantan hasta que se acuestan. «Todo el día te lo pasas hablando latín. La primera semana es algo difícil, pero los profesores te ayudan a que cojas rápidamente el nivel y aprendas expresiones de uso habitual. En este momento es como si habláramos en inglés o en francés. Tenemos bastante nivel y podemos expresar lo que queramos».

Guillermo Mora ha pasado el último curso en Vivarium Novum, que en verano mantiene su actividad con clases intensivas. En esta promoción es el único español, aunque en cursos anteriores ha habido otros estudiantes de nuestro país. Tiene 18 años y dice que está encantado de vivir esta experiencia, que le permite tener «la herramienta» para leer a los autores clásicos. «Llegó una carta a mi instituto y la profesora nos dijo que nos inscribiésemos si había algún interesado. Yo mandé un correo electrónico, hice luego una entrevista por Skype con los profesores y me dieron la beca», cuenta este joven zaragozano que, como el resto de los matriculados en Vivarium Novum, estudia y recibe alojamiento y comida de forma gratuita. «Yo ya me había matriculado en Zaragoza para estudiar Historia. Siempre me han gustado las lenguas clásicas, pero aquí las aprendemos con este método como si fueran lenguas vivas. Es mucho más dinámico, te lo pasas mejor en clase, aprendes más y en menos tiempo».

El proyecto de Vivariun Novum echó a andar en los años 80 gracias a la pasión por la cultura clásica de un grupo de profesores, liderados por Luigi Miraglia, que deseaban transmitir de un modo particular el conocimiento del latín y el griego como bases de la cultura occidental. Tras pasar por varias sedes en las regiones italianas de Campania y Lacio, se encuentra ahora ubicado en Villa Falconieri. De octubre a junio la academia imparte clases por la mañana y por la tarde a dos grupos, uno inicial y otro avanzado, que residen en el centro. De momento son sólo varones, aunque se piensa en abrir otra línea para chicas. Durante el verano hay clases intensivas a las que también pueden acceder mujeres. Con el beneficio que logra gracias a los cursos estivales y a los libros de texto que edita, el centro cubre los gastos de los alumnos de octubre a junio.

El mexicano Ignacio Armella, subdirector de la academia, defiende el método de inmersión total en la lengua. «Da la posibilidad a los alumnos de acceder al patrimonio cultural del latín y el griego en tiempos mucho más breves. Por eso prácticamente la vida en el campus es toda en latín», explica el docente, que aclara entre risas que «los más osados» pueden cambiar esta lengua por el griego antiguo.

En su opinión, resulta «algo ineficaz» la forma en que habitualmente se enseñan las lenguas clásicas. «Un joven que estudia latín y griego en el instituto no consigue saber por qué es importante escuchar la voz de los autores antiguos. Se frustra y acaba dejándolo. Siente que son lenguas muertas y llenas de polvo que difícilmente pueden aportarle algo». Esto hace que el número de alumnos se reduzca mucho conforme pasan los cursos. «En cambio, el sistema de Vivarium Novum apuesta por «la directa lectura de los textos a través de un uso cotidiano y bien organizado».

Mora lo confirma: «Aquí las clases se me hacen amenas. Estamos todo el día hablando, hay gente de todos los países y surgen conversaciones interesantes. Te lo pasas bien hablando con los compañeros y los profesores». A él este año tan peculiar de estudios le servirá para el futuro, aunque aún no tiene claro qué camino tomará. «No sé si quedarme un año más en la academia, probar a entrar en la universidad en Italia o irme a Zaragoza a estudiar Historia. Y más adelante no lo sé. Tal vez la docencia, la arqueología o la investigación...».

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