Borrar
Gobierno provisional de 1868, con Figuerola, Ruiz Zorrilla, el riojano Sagasta, Prim, Serrano, Topete, López de Ayala, Lorenzana y Romero Ortiz.. :: J. LAURENT
El factor riojano en 'La Gloriosa' de 1868

El factor riojano en 'La Gloriosa' de 1868

La provincia logroñesa, que desde la I Guerra Carlista había jugado un papel crucial en la Historia de España, aumentó todavía más su influencia política | Mateo Sagasta, el general Dulce, Olózaga o la alargada sombra de Espartero fueron claves en la Revolución, conocida como 'La Gloriosa' y 'La Septembrina', que derrocó a la reina Isabel II y de la que ahora se cumplen 150 años

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Lunes, 9 de abril 2018, 17:52

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Cuando el 23 de abril de 1868 el general Narváez recibía la extremaunción en su lecho de muerte, el sacerdote que lo asistía le recomendó que perdonara a todos sus enemigos. El Espadón de Loja levantó ligeramente la vista al cielo y contestó hastiado: «No tengo enemigos, los he fusilado a todos».

Hacía tiempo que el reinado de Isabel II se disolvía como un azucarillo tras años de despotismo deslustrado que mantenía a España en la pobreza y enfrentada como Caín y Abel desde que las Cortes de Cádiz fundaran las bases del Estado moderno. Había sido Ramón María Narváez el principal soporte de la Corona, como líder supremo del partido moderado e impulsor de una monarquía en teoría constitucional.

Pero el exagerado autoritarismo del militar granadino, su política ultraconservadora y su radical protección de las oligarquías locales y de los grandes propietarios había vaciado de contenido cualquier atisbo de principio liberal. Tras su muerte, el triunfo de la revolución que derrocaría a la reina meses después estaba más que cantado.

Sagasta, elegido ministro por primera vez en 1868, ocuparía altos cargos hasta su fallecimiento en 1903

El sistema sustentado en la simbiosis entre Isabel II y el moderantismo había estado a punto de caer en la Vicalvarada de 1854 y en posteriores crisis y revueltas, de las que está trufado el siglo XIX español. Pero la unión de intereses dispares permitió que nombres como los de Prim, Topete, Serrano, Ruiz Zorrilla o los riojanos Sagasta (Torrecilla en Cameros) y Domingo Dulce (Sotés) impulsaran la sublevación que estalló el 18 de septiembre de 1868.

El exilio de Isabel II

La victoria revolucionaria en la batalla de Alcolea (Córdoba) el día 28 y el levantamiento de Madrid el 29 provocó la huida de Isabel II y de toda su corte que, de vacaciones en San Sebastián, cruzó la frontera con Francia. Bajo la protección del emperador Napoleón III y de su esposa, la española Eugenia de Montijo, la reina permaneció durante varias semanas en la ciudad pirenaica de Pau. Pero al cerciorarse de que la revuelta no tenía marcha atrás, se instaló en París, donde abdicaría en favor de su hijo Alfonso XII en 1870.

Nombrado ministro de Gobernación en el ejecutivo provisional de Serrano, Práxedes Mateo Sagasta llegaba a la primera línea de poder, que ya no abandonaría hasta su muerte tras ocupar hasta siete veces la Presidencia del Consejo de Ministros.

Firmante del manifiesto revolucionario

El militar sotesino Domingo Dulce, quien ya fue cabeza visible de la Vicalvarada, fue uno de los ilustres firmantes del manifiesto revolucionario 'España con honra'.

Caricatura de la reina Isabel II camino del exilio. Imágenes de Baldomero Espartero y Ramón Narváez. B.N./ESQUIVEL/VICENTE LÓPEZ
Imagen principal - Caricatura de la reina Isabel II camino del exilio. Imágenes de Baldomero Espartero y Ramón Narváez.
Imagen secundaria 1 - Caricatura de la reina Isabel II camino del exilio. Imágenes de Baldomero Espartero y Ramón Narváez.
Imagen secundaria 2 - Caricatura de la reina Isabel II camino del exilio. Imágenes de Baldomero Espartero y Ramón Narváez.

También el riojano Salustiano Olózaga tuvo su papel en 'La Gloriosa', pese a que su retirada política estaba cercana, formando parte de la comisión constitucional que redactaría el proyecto de Carta Magna aprobada en 1869.

¿Y Espartero? Retirado en Logroño desde 1856, mataba su tiempo el duque de la Victoria entre su huerta de la Fombera y agasajando en su palacio a viejos camaradas de armas, líderes progresistas y amigos británicos de su exilio londinense. Los líderes de la insurrección esperaban un gesto suyo, pues la sombra de don Baldomero era muy alargada.

Espartero, ¿rey?

Se atrevieron incluso Prim y Madoz a ofrecerle a Espartero ser rey de España, corona que rechazó en un gesto de honradez y de responsabilidad: «No soñemos, amigos míos. Yo nunca soñé de joven; menos soñaré ahora, en que el paso de los años se entumecen y recogen las alas de la fantasía», argumentó.

Con la Revolución de 1868, de la que en septiembre se cumpen 150 años, arrancaba el Sexenio Democrático, sin duda el primer intento en la Historia de España de establecer un régimen democrático. Al principio se optó por una monarquía parlamentaria con el reinado de Amadeo I de Saboya (1871-1873) y, después, como Primera República (1873-1874). Ambas fórmulas fracasaron y, tras el golpe de Estado de Pavía, el 3 de enero de 1874, tomó el poder el general Serrrano al frente de un gobierno de concentración nacional, hasta que Cánovas y Sagasta pactaron la restauración de la Corona en la figura de Alfonso XII.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios