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FE EN EQUIPO

ANTON MERIKAETXEBARRIA

Martes, 10 de octubre 2017, 23:55

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La conversión de una familia al catolicismo es lo que describe de forma objetiva este documental de valía, firmado por el cineasta navarro David Arratibel, que incluye una conversión en cadena. Algunos psicólogos aseguran que si alguien quiere entender a los seres humanos, no hay que prestar atención al modo en que hablan, se callan o lloran; ni siquiera cuando se muestran conmovidos por las grandes ideas: hay que observarlos más bien cuando ríen. En ese sentido, 'Converso' está realzado por un desopilante sentido del humor, así como por una emotiva densidad humana.

Arratibel retrata a su propia familia de forma sincera, sin perifollos inútiles, conforme sus miembros abrazan la religión católica. No puede ser más insólito un título como 'Converso', realizado en una época desarticulada, en la que muchas personas, pertenecientes a razas, culturas y clases sociales diferentes, buscan una explicación a sus dudas más profundas. A partir de ahí, el rostro humano de los protagonistas aparece limpiamente y se convierte en una especie de espejo, en el que descubrimos el toque trascendente, el contacto inaprehensible, como en el gran fresco de Miguel Ángel en el que el dedo de Dios roza el dedo del hombre.

Viniendo de un agnóstico como David Arratibel, tal vez falten algunas dosis de ironía, un poco en la línea de Woody Allen, cuando decía: «Ojalá que Dios me diera una señal clara. Como tener un gran depósito a mi nombre en un banco suizo». A partir de ahí, 'Converso' posee la respetuosa simplicidad de las obras iluminadas por el amor, al tiempo que, sublimada y transfigurada, pone de manifiesto la secreta, la ideal belleza de los sagrados ritos de cada día. La cualidad surrealista del cine se da aquí del modo más puro a la hora de retratar las imágenes de lo cotidiano, de forma tierna o humorística, agradable o triste, pero en cualquier caso, una imagen más verdadera que esa verdad exterior que vivimos.

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