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D. ROLDÁN
Viernes, 6 de abril 2018, 00:23
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madrid. Bettany Hughes no se queda con ninguno de los tres nombres. Ni Estambul, ni Constantinopla, ni Bizancio. Ella prefiere la ciudad sin nombre, cuando esa zona del mundo era habitada por pueblos dedicados al comercio y la agricultura. Luego llegaron los griegos y comenzó la historia de una de las ciudades más mestizas del planeta, un verdadero cruce de caminos entre Europa, el Cáucaso, África, Oriente Próximo y Asia. Una ciudad como Estambul a la que no se le ha reconocido el impacto que tienen Roma o Jerusalén. «Los romanos sospechaban de la ciudad. Y más cuando se convierte en la Nueva Roma», explica Hughes, que durante una década ha trabajado en 'Estambul. La ciudad de los tres nombres' (Crítica). Una metrópoli de casi 15 millones de habitantes «orgullosa» de su pasado.
La historiadora británica recuerda cómo durante las protestas en Taksin, en 2013, un joven realizó una curiosa pintada cerca de su hotel, al lado del parque estambulí. «Era 'Estambul, Constantinopla, Bizancio es nuestra'. En el furor del momento, alguien había escrito un grafiti históricamente consciente. Es una ciudad resistente, capaz de mirar a su pasado y a su futuro a la vez», añade Hughes, sobre una ciudad con «asiento de primera fila» en el escenario del poder. Recuerda la escritora que esta misma semana Vladímir Putin y Recep Tayyip Erdogan se reunieron para hablar sobre el futuro de Siria. «Todo pasa por Estambul. Había monjes que han viajado hasta China y han dejado allí escritos sobre esta ciudad. Y los chinos, en los primeros años de la Edad Media, ya conocían Estambul», explica sobre la urbe.
Un lugar deseado y cuyos habitantes protagonizaron hechos curiosos, como escribir la historia de los cruzados siendo ellos víctimas. «La historia siempre la escriben los vencedores. Ellos se preguntaban por qué les atacaban cuando también eran cristianos», apunta Hughes, que aborda el libro con pequeños capítulos de la historia de la ciudad, aunque es la época bizantina la que más le gusta a la escritora. «Me parece un momento extraordinario en la historia y me encanta el hecho de que las mujeres fueran tan poderosas en aquel entonces», añade. Mujeres como Eudoxia, esposa de Teodosio II, que tuvo gran influencia en las decisiones políticas. Ya dentro del imperio otomano, destaca Safiye, que fue ofrecida como esclava a Murad III y alcanzó gran poder primero como concubina y después como 'valide sultán' (madre de rey) de Mehmed III.
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