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Estudiantes del instituto Josep Miquel i Guarda de Alaior (Menorca) realizan las nuevas pruebas de acceso a la universidad. :: D. Arquimbau / efe
Un curso de transición

Un curso de transición

El próximo año escolar, al contrario del recién acabado, no traerá cambios, porque si hay pacto las reformas se aplicarían al siguiente

ALFONSO TORICES

Lunes, 26 de junio 2017, 00:32

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El estrés y la angustia a la que se han visto sometidos el curso que ahora acaba muchos alumnos, profesores y padres, por los continuos cambios normativos que han variado a lo largo de todo el año aspectos tan significativos como los exámenes finales o los requisitos de titulación, no se van a repetir en el año escolar que se inaugurará en septiembre próximo.

El curso 2017-2018, según confirmaron responsables educativos tanto del partido gubernamental como de la principal formación opositora, se podría definir como un año escolar de transición. Tanto las enseñanzas obligatorias (Primaria y ESO) como el Bachillerato o la Formacion Profesional se regirán y organizarán por las mismas normas con las que acabaron este curso, incluidos todos los parches y cambios provisionales que el Gobierno dictó desde diciembre para poder hacer compatible el mantenimiento de la Lomce con la paralización de las reválidas de ESO y Bachillerato. No prevén cambio alguno de calado.

La razón es que todo, la probable sustitución definitiva de la Lomce por otra ley y el resto de cambios, reformas y compromisos de inversión que demanda la mayor parte de la comunidad educativa y la oposición política desde hace años, está congelado y a la espera de que se cierre con éxito la negociación de un pacto de Estado «social y político» por la educación, del que serían consecuencia.

Ese gran acuerdo, de ser posible, no se produciría antes de los primeros meses de 2018 -los trabajos de la subcomisión del Congreso y de la ponencia del Senado que lo persiguen podrían alargarse incluso hasta el primer trimestre- y después tendría que ser consensuado con las autoridades autonómicas y la comunidad educativa, plasmado en un proyecto de ley redactado por el Gobierno y aprobado por el Parlamento, y concretado en un plan plurianual de inversiones. Por lo tanto, según confirmaron las mismas fuentes, no hay previsión alguna de realizar cambios en un momento en el que el curso 2017-2018 estaría ya muy avanzado. De llegarse a tiempo, cosa que nadie asegura, las primeras medidas del pacto se aplicarían ya en el año escolar siguiente.

Una Lomce 'light'

El próximo curso, de esta forma, volverá a estar caracterizado por una aplicación 'light' de lo previsto en la Lomce. En este período transitorio, no habrá reválidas para poder titularse en ESO y Bachillerato, que además parecen una fórmula definitivamente condenada si se cierra un pacto de Estado. Como se acordó este año, se podrá titular en educación obligatoria todo alumno que no suspenda más de dos asignaturas -siempre que no sean a un tiempo Lengua Castellana y Literatura y Matemáticas, o lengua cooficial en su caso- y se graduará en Bachillerato el que apruebe todas las asignaturas de la etapa educativa.

Los exámenes de final de etapa, de igual manera, volverán a quedar reducidos en el caso del Bachillerato a una prueba de selectividad idéntica a la de este año -solo para los que quieran estudiar un grado universitario- y en el caso de cuarto de ESO y de sexto de Primaria a meras pruebas diagnósticas sin valor académico -que no constarán en el expediente se superen o no- y que las comunidades son libres de hacer solo en los colegios e institutos que crean conveniente.

A la espera de la nueva ley que salga del pacto educativo, también seguirán en vigor el próximo curso otros dos pasos atrás en lo dispuesto en la Lomce. Los alumnos que aprueben la FP Básica podrán obtener título de ESO sin realizar reválida alguna, solo con que sus profesores certifiquen que han alcanzado los objetivos de la etapa. De igual manera, el título en ESO será único, no tendrá apellidos, con independencia del itinerario de asignaturas que se haya elegido, y servirá para continuar los estudios sin problema tanto en FP Media como en cualquier rama de Bachillerato.

Tampoco va a cambiar de momento la política y los criterios para la consecución de las becas y ayudas generales al estudio pese a las críticas de los rectores, del Consejo Escolar y de la práctica totalidad de los partidos de la oposición. Todos demandan que se aumenten las cuantías recortadas en 2013, que se atenúen las exigencias académicas -que reclaman un 5,5 para no pagar matrícula o un 6,5 para aspirar a un beca completa con independencia de la renta familiar-, y que se reduzcan los plazos de adjudicación. El ministro de Educación ha repetido que no tiene intención de cambiar el actual modelo salvo que así se decida fruto del pacto de Estado.

Los grandes debates y cambios educativos, red pública versus concertada, volumen de financiación, asignatura de religión, rehabilitación de la Filosofía, cambios en los currículos, reforma de la FP, universalidad de la docencia de 0 a 3 años, evaluaciones del sistema, edad de elección de los itinerarios educativos, becas, o nuevo estatuto del profesorado, entre otros, se quedan a la espera, un curso más, del posible pacto de Estado.

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