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Algunas de las participantes en la primera gala que ofreció la escuela de María Salgado. :: l. r.
Dos décadas de armonía y movimiento

Dos décadas de armonía y movimiento

La escuela de danza de María Salgado celebra hoy su 20 aniversario con una gala en el Auditorio municipal logroñés

P. HIDALGO

Miércoles, 21 de junio 2017, 23:29

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La escuela de danza clásica de María Salgado abrió sus puertas en un bajo del número 10 de la logroñesa calle del Pintor Rosales hace dos décadas. En 1997 esta bilbaína, con raíces en la localidad riojana de Cenicero, inauguró este centro con el propósito de promocionar este tipo de ballet «que las instituciones no apoyan, ni sale por la televisión».

También para traspasar a las nuevas generaciones todo su bagaje y su experiencia como bailarina, una trayectoria que comenzó con 6 años en Bilbao de la mano de la profesora Ludmila Arana. Salgado se trasladó a los 14 a Madrid, donde fue discípula de Lola de Ávila (la hija de la célebre María de Ávila, profesora de grandes figuras de la danza como Víctor Ullate, Ángel Corella o Carmen Roche) y de Alicia Alonso.

Tras obtener el título de Ballet Clásico por el Real Conservatorio Profesional de Danza de Madrid se afincó en Logroño, donde durante siete años dio clases en el Estudio de Danza José Ferreira y luego se estableció por su cuenta en 1997.

Desde esa fecha, cada fin de curso celebra una gala con entrada gratuita para difundir la danza clásica y que «todo el mundo pueda venir a verla». «Intento aportar mi granito de arena porque el ballet clásico es un gran desconocido. España tiene los mejores bailarines danzando por el mundo y aquí no se promociona», critica Salgado.

La gala del 2017 tendrá lugar hoy a las 19.30 horas en el auditorio del Ayuntamiento de Logroño y, como siempre, será con entrada gratuita. Salgado opina que actos como éste además de difundir este arte, ayudan a combatir estereotipos. «La gente piensa que los hombres que bailan van con tutú y zapatillas de puntas, cuando no es así», afirma. Señala que esto retrae a los chicos a la hora de apuntarse, lo que deriva en que se pierdan «una preparación física bárbara, así como cultura y disciplina».

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