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Grabado del siglo XIX en el que Juan de Brocar, hijo de Guillén, entrega a Cisneros varios pliegos de la Biblia Políglota. El cardenal murió en 1517 y nunca la vio publicada completa.:: Méndez (la ilustración española y americana)
La Biblia Políglota se gestó en La Rioja

La Biblia Políglota se gestó en La Rioja

Este año se cumplen cinco siglos de la finalización de la obra, impresa por Guillén de Brocar, y de la muerte de su promotor, el cardenal Cisneros

Marcelino Izquierdo

Sábado, 17 de junio 2017, 23:40

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Está considerada la Biblia Políglota Complutense como la primera edición impresa en diferentes lenguas de una Biblia completa -latín, griego, hebreo y arameo-, sin duda una de las obras claves del humanismo cristiano del Renacimiento y el culmen tipográfico de la imprenta hispana del siglo XVI. Cuando este año 2017 se cumplen cinco siglos de su publicación, bueno sería resaltar el decisivo papel que jugó la ciudad de Logroño y su ilustre vecino el impresor Arnao Guillén de Brocar, dentro del gran proyecto apadrinado por el cardenal Cisneros.

Hacia 1502 comenzó Cisneros -consejero espiritual de Isabel la Católica y, años más tarde, gobernador y regente del Reino de Castilla- a cimentar su gran legado, la Biblia Políglota Complutense, que pretendía reunir el sagrado libro con las mejores traducciones del hebreo, griego, latín y arameo e imprimirlo en una obra conjunta y singular. Fue Alcalá de Henares la ciudad que acogió a los mejores teólogos, expertos y traductores, que iniciaron una exigente y ardua tarea que no culminaría hasta el año 1517.

Buscaba también Cisneros a un impresor de garantía que inmortalizara su obra y fuera capaz de crear los tipos de letra adecuados para cada una de las lenguas. Y fue el humanista Antonio de Nebrija, autor de la primera gramática castellana y uno de los traductores de la Biblia Políglota, quien apuntó hacia un pequeño taller de Logroño.

«Es presumible que el arzobispo toledano Francisco Jiménez de Cisneros, en un encuentro con el gran humanista en Salamanca, en 1506, no perdiese la ocasión de preguntarle por algún buen impresor. Sin titubear lo más mínimo, Antonio de Nebrija debió de pronunciar el nombre de Arnao Guillén de Brocar, quien se convierte así en el segundo impresor de Alcalá de Henares», explica Julián Martín Abad, bibliotecario y jefe, hasta su jubilación, del Servicio de Manuscritos e Incunables en la Biblioteca Nacional de España.

Llevaba años Nebrija trabajando junto a Guillén de Brocar, quien ya había impreso para el sabio sevillano obras como 'Gramática castellana', 'Diccionario latino-español' o 'Vocabulario español-latino' en su taller de Pamplona, que hacia el año 1501 trasladó a Logroño. Ya en la capital riojana, el tándem Brocar-Nebrija editaría 'Introductiones latinae', 'Apología' o 'De litteris graecis'.

Como confirma el catedrático de la Universidad de Salamanca Pedro María Cátedra, «el propio Nebrija estuvo personalmente en Logroño trabajando en la imprenta de Brocar y sólo la muerte interrumpiría esta colaboración que duró muchos años».

Cima de la tipografía primitiva

Arnao Guillén de Brocar -posiblemente oriundo de Brocq, diócesis de Lescar, cerca de Pau (Francia), donde nació hacia 1460-, había instalado su taller en un callejón de lo que hoy es la plaza Martínez Zaporta, antes llamada plaza de la Imprenta. Ante la llamada del cardenal Cisneros, el impresor preparó su traslado a Alcalá, al tiempo que comenzaba a pergeñar los tipos de letra que requería la futura Biblia; tipos de letra que, siglos después, fueron considerados como la cima del desarrollo tipográfico de la edición primitiva.

Aunque en 1511 se mudó a la ciudad complutense, Brocar mantuvo abierta su imprenta logroñesa, a cuyo frente colocó a Miguel de Eguía, socio y posteriormente, yerno, pues contrajo matrimonio con su hija pequeña, María de Brocar, en 1518. Su vínculo con La Rioja fue constante hasta el punto que, en un documento de 15 de julio de 1521, Arnao se presentaba como «librero, vecino de la ciudad de Logroño». Fue justo un mes después del sitio de San Bernabé por las tropas franconavarras de Asparrot.

La Biblia Políglota Complutense se imprimió en Alcalá en apenas un lustro y estuvo lista en 1517, meses antes del fallecimiento de Cisneros quien, sin embargo, no la vio completa. En palabras de Alvar Gómez de Castro, cronista del cardenal, los gastos de tan magna obra ascendieron a cincuenta mil escudos de oro, toda una fortuna para la época.

Pero no fue hasta 1520 cuando el papa León X autorizó su venta y difusión, «por juzgar indigno que tan excelente obra permanezca por más tiempo en la obscuridad».

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