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Félix Sáenz Calvo. :: S. D. E.
El camerano que hizo fortuna en el sur

El camerano que hizo fortuna en el sur

Sus compras de género alcanzaron tal volumen que cuando realizaba una oscilaban los movimientos de la Bolsa de Barcelona

PILAR HIDALGO

Jueves, 27 de abril 2017, 00:09

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«El Piyayo y la Piyaya, cuando van a Félix Sáenz, compran las telas por metros, luego las venden por varas, pa engañá a las castellanas». Toda Málaga cantaba allá por 1925 esta coplilla que no hacía sino confirmar la popularidad y la enorme aceptación de la metodología de ventas implantada por el camerano Félix Sáenz Calvo en la ciudad andaluza. Su agresividad comercial, pero también su simpatía y personalidad, encumbraron a este riojano a la cúspide del progreso. Él alumbró el emblemático 'Almacén de los malagueños', que destacó por tratarse del primero en contar con escaleras mecánicas y permitir pagos con tarjeta de crédito.

Félix Sáenz Calvo vino al mundo en San Román de Cameros en 1859. Nació en el seno de una familia humilde, de la que fue el único hijo varón entre tres hermanas más.

El niño Félix vivió en la sierra camerana hasta los 14 años, cuando se mudó al sur guiado por los consejos familiares y los ecos de prosperidad que llegaban de esas tierras lejanas. Málaga había despuntado a finales del siglo XIX como un 'imán' para los comerciantes de muchas partes de España. Sin embargo, la educación sobre la que se asentó su éxito comercial la recibió en su San Román de Cameros natal. La localidad camerana fue la primera de la entonces provincia de Logroño en abrir un aulario de carácter público. Al margen de esta educación gratuita, San Román albergó en aquella época una pionera escuela de comercio, de reputada fama, que sirvió para preparar a aquellos jóvenes que alimentaban ansias de empacar sus enseres y buscar fortuna lejos de la sierra dura y fría.

Con 14 años, un jovencísimo Félix se marchó a Úbeda (Jaén) para dar sus primeros pasos comerciales. En 1877, ya cumplidos los 18, se trasladó a Málaga y entró a trabajar en casa de su pariente Matías Benito Sáenz en un local de la calle Nueva. Esa asociación no cuajó por un largo periodo y entabló otra alianza con su tío José Sáenz para alumbrar en 1886 la sociedad Félix Sáenz Calvo, S. C., que reubicó su tienda en la calle Sagasta. Este acuerdo se extendió hasta 1902, cuando Félix tomó las riendas del negocio y fue «a por todas».

En aquellos años iniciales y dado el éxito que comenzaba a rodear al empresario, se produjo un hecho insólito achacado a la envidia que suscitaba su prosperidad. En 1886, cuando Félix procedía una mañana a abrir su comercio se quedó sorprendido puesto que unos operarios municipales estaban demoliendo el edificio por amenaza de ruina. Esto motivó la mudanza de la calle Nueva a Sagasta.

El secreto de su éxito radicó en una premisa: «Vender más barato y vender más», lo que por otro lado le aseguró llegar a todo tipo de públicos. Pero para vender barato, había que comprar mucho; así que don Félix lo hacía hasta tal punto que cuando adquiría género en Cataluña, sus movimientos hacían oscilar la Bolsa de Barcelona.

Esa máxima y la apuesta por la calidad cristalizó en el gran almacén que abrió en la plaza que lleva su nombre y que se conoció como 'El almacén de los malagueños'. Ocupaba un edificio y supuso una revolución en Málaga, por cuanto se trató del primer establecimiento con escalera mecánica, el primero en el uso de las tarjetas de crédito y uno de los primeros en anunciar la 'Operación invierno'. El ocaso de Félix Sáenz, regentado a su muerte por descendientes de su mujer ya que no tuvo hijos, llegó con el final del siglo XX y los nuevos modelos de franquicias. Hoy el inmueble de su almacén son pisos y el local comercial lo ocupa H&M. Félix Sáenz labró su vida en Málaga y no tuvo gestos ni se implicó con su San Román natal.

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