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LA TERNURA DEL SIN MEMORIA

ERNESTO PASCUAL - PERIODISTA

Sábado, 25 de febrero 2017, 23:55

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Con la inocencia de dos niños en un parque barrido por hojas otoñales, dos adultos juguetean, esperan, otean las travesuras de unos críos entre una oxidada canasta y unos columpios cansados. Desde ese momento, esos dos personajes despiertan ternura. Algo hace sentirles desprotegidos, a merced de cualquiera que quiera aprovecharse de su ausencia de corazas, de soportes.

Aunque se nombran, aunque uno le cuenta al otro la propia historia del otro, tras finalizar ese relato del otro, todo se vuelve a quedar en blanco en sus cabezas. En el tercer capítulo de la Muestra Nacional de Teatro Cómicos de Alfaro, Zanguango Teatro ha planteado este fin de semana ante el público que ha llenado la sala La Florida una situación cada vez más cercana y habitual en la realidad: dos hombres adultos sin memoria, sin anclajes vitales sobre los que sostenerse y reconocerse. Sobre los que saber quiénes son.

Los personajes a los que daban vida Txubio Fernández de Jaúregui y Miguel Garcés se encontraban, se saludaban. Y se nombraban. «¡¿José Antonio?!», le decía uno a otro. «¿José Antonio...? Sí, ¡ese soy yo! ¡Soy José Antonio!», respondía el otro. Y a partir de ahí, el nombrador le contaba a José Antonio la historia de José Antonio. Y José Antonio se reconocía en ella. Ya tenía un relato, ya tenía recuerdos. Ya tenía vida. Pero al concluirla, José Antonio la olvidaba y nada quedaba. Y los dos volvían a ser dos adultos sin nombre. Sin historia.

Con una dinámica puesta en escena, los dos actores presentaron ante el público un texto fino, inteligente, hilado entre decenas de historias y roles como los de José Antonio, un texto que lanzó el alegato de la importancia de ser, de saber quién eres en este mundo, sin más condicionantes.

Y el público de Cómicos -que está disfrutando de una variedad de registro cada uno de los cuatro fines de semana- se sumergió en nombrar, en imaginar sus vidas, sintiendo una enorme ternura ante el asomo del alzhéimer -aunque no citado- en ese asalto a su falta de defensas. Y además de la ternura, la carcajada que provocaron las innumerables situaciones absurdas a las que se midieron las decenas de personalidades e identidades que se crearon. De nuevo, larga ovación. Y mientras, como tantos en este mundo, esos personajes seguirán en el parque intentando recordar, olvidando y olvidados.

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