Secciones
Servicios
Destacamos
ANECDOTARIO - CARLOS SANTAMARÍA
Jueves, 29 de diciembre 2016, 23:06
Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.
Compartir
Sobre la televisión de mi abuelo hubo durante muchos años una perdiz disecada, y cuando el programa era aburrido o a los nietos no nos interesaba, yo alzaba un poco la mirada, encontraba la perdiz y jugaba a imaginarme que estaba viva, guiñaba un ojo y la apuntaba con algún arma invisible; entonces no había móviles y el aburrimiento se combatía de maneras misteriosas. Yo apuntaba a la perdiz con el gesto de Robert de Niro en 'Taxi Driver', pero luego regresaba a la pantalla, porque de ahí salían Espinete y 'El Equipo A', y sólo por eso había que darle siempre una oportunidad. A mí me ocurre como a David Simon, que a pesar de trabajar en televisión soy un pésimo espectador: me levanto, miro el móvil, cambio de canal y nunca tengo paciencia si las historias son malas. Esto me pasaba ya desde pequeño, y aquella perdiz se convertía entonces en mi particular tercer canal, porque durante los largos años del monopolio estatal la televisión era una cosa simple: cara o cruz, la primera o la segunda. O la perdiz.
Siempre se encuentran excusas para hablar sobre la tele, y hoy hay una inmejorable, pues se acaban de cumplir 60 años de la primera emisión de TVE y eso es historia de nuestras vidas, porque la televisión no es otra cosa que un espejo: Españoles, Franco ha muerto, Estudio 1, Hermida y el hombre en la Luna, los tiros del 23-F y Fernando Arrabal anunciando la llegada del milenarismo con sonrisa barbitúrica. Gracias por tanto, YouTube.
Los que llegamos más tarde nos sentábamos ante el televisor para merendar pan con chocolate y vivir las aventuras de 'La Bruja Avería', 'El Coche Fantástico' o 'Verano Azul'. Luego crecimos con películas buenas y malas, nos dormimos cada sábado escuchando la sintonía de 'Informe Semanal' y vimos fútbol, mucho fútbol: el gol de Koeman, el de Nayim, el de Mijatovic... Nada ha hecho más feliz a España que algunos goles televisados. Pero la gran época de la tele eran las navidades, con el Telediario recorriendo pueblos y entrevistando a las gentes agraciadas por el Gordo, o cuando el país entero se paraba en Nochebuena para escuchar al monarca. Entonces el fin de año caía siempre en Martes y Trece y hasta la perdiz trinaba de pura risa esa noche. A veces también pasaba con el discurso del rey.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La hora que separó a una madre y su hijo de morir juntos en Palencia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.