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DÉJAME, PERO NO ME LO CANTES

DÉJAME, PERO NO ME LO CANTES

JONÁS SAINZ - CRÍTICA DE TEATRO

Viernes, 30 de septiembre 2016, 23:49

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Qué horror más horroroso. Peor incluso que un concierto de la banda tributo a la banda tributo de Eskorbuto. 'El amor esté en el aire', más que un tributo, parece un karaoke gagá, una opereta yeyé o una revista de luto. Y sin embargo es un triunfo. Y olé. Viva la España popular. No me pregunten por qué. La historia es típica, la forma de contarla, vulgar, y los intérpretes están francamente mal. O sea, lo tiene todo para gustar. Yo no sé qué sería de esta cosa terrible si la interpretasen un par de buenos actores desconocidos, si defendieran un repertorio menos manido y si contasen algo diferente a la historia oficial. Quizás no interesaría a nadie. Quizás lo que el gran público espera es simplemente salir vestidos de domingo, murmurar de lo lindo y estar en el teatro como viendo la televisión.

Que me den, para eso, medio dúo Pimpinela: Quién es, soy yo, qué vienes a buscar, a ti, ya es tarde, por qué, porque ahora soy yo la que quiere estar sin ti, por eso vete, olvida mi nombre, mi cara, mi casa y pega la vuelta... Yo así relleno la Biblia en verso lo mismo que Félix Sabroso puede hacer, no un show, se puede hacer un ciento y aún le sobra forro para un traje y media docena de vestidos de gala a base de canciones y fragmentos de canciones de amor y desamor en esta dudosa comedia romántica musical, una pareja que se enamora y se desenamora tirando de gramola. Qué tentación lanzar la caña a la estela del magnífico 'El intérprete', pero qué difícil pescar sin la necesidad de Asier Etxeandia y sin su talento.

El libreto es muy mejorable, estereotipado y poco cómico, y la selección del repertorio queda a gusto de cada cual, pero, personalmente, cuando dialogan echo de menos que canten y cuando cantan echo de menos... qué sé yo, que se besen, que callen o que se corten las penas. Quiero pensar que Bibiana Fernández y Manuel Bandera habrán tenido noches mejores, mejor afinadas, más templadas, más concertadas, incluso más cómplices y divertidas, pero no puedo imaginar que las hayan tenido peores todo al mismo tiempo. Les reconozco, eso sí, el valor -o la desfachatez, a saber-, de atreverse a hacer lo que está fuera de su alcance y, a pesar de todo, obrar crímenes de amor a mano de cualquiera. No hay mejor coartada que el corazón, ni lugar más mortal para las puñaladas.

Pero quién no ha tenido un fracaso. Si el amor esté en el aire o por los suelos, el teatro con él. Así que, como Bibi y Manuel, quién no es culpable del mismo crimen de amar y perder. Puestos a cantar mal, como Tonino Carotone, yo no quiero sufrir, pero aquí estoy, y estoy sufriendo y no me arrepiento, me cago en el amor. Y de paso me cago también en el teatro. E' un mondo difficile. E nostra piccola vita e nostro grande cuore.

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