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PÓLVORA

ANECDOTARIO - CARLOS SANTAMARÍA

Jueves, 22 de septiembre 2016, 23:41

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De las fiestas casi todo se conoce de antemano, es una película repetida, una novela que ya hemos leído, tan previsible como una misa de invierno en el pueblo. El lanzamiento del cohete es la primera línea del libro, y debe ser algo breve, sucinto, explosivo, como el comienzo de 'El hombre invisible', de Ralph Ellison que empieza así: «Soy un hombre invisible». Pum. Y a gozar.

Aunque lo sabemos todo de las fiestas, el acto del cohete está siempre lleno de misterios y emociones. ¿Quién encenderá la mecha? ¿lloverá? ¿durará mucho el pregón? ¿será un cohete limpio? Tirarse comida por las cabezas es una disciplina que ya no se practica con el fervor de hace años, cuando los chavales se dedicaban a cultivar el idiotismo lanzándose harina, huevos, kétchup y Cola - Cao durante el disparo del cohete. Por extraño que parezca algunas cosas cambian a mejor.

Esto del cohete sucio cobró una nueva dimensión en Vitoria. Fue en el año 2006, cuando Alfonso Alonso recibió un huevazo en plena cara. Explotó el cohete, fue bajando Celedón y una panda de miserables mermados de inteligencia decidieron que había que amargarle la fiesta a aquel hombre que había tenido la desvergüenza de ganar las elecciones.

Pero el huevo les salió por la culata, porque Alonso recibió el impacto, se limpió como pudo la cara y decidió aguantar en el balcón mirando a los ojos de aquellos cafres.

Ese cohete fue extraordinario porque volvió a dejar claro quiénes en Euskadi tenían huevos de verdad.

Yo he visto lanzamientos de huevos, de botellas y cosas muy desatinadas en los disparos del cohete.

En un pueblo el pregonero se confundió de patrona y empezó a lanzarle vivas a la virgen equivocada. Nadie se atrevió a corregirle. Viva la Virgen. Y Viva Honduras. A bailar.

En otro pueblo pusieron mal el cohete y el proyectil explotó dentro del salón de plenos. Por suerte era uno de esos cohetes de cartón lleno de confeti y chucherías.

Pero a mí el que más me gusta es el disparo de las salvas en San Bernabé. El silbido de la mecha sobre el lomo del cañón. Pólvora y humo. Y la descarga.

En Corea del Norte se han propuesto copiarnos el cañonazo. El 9 de septiembre Kim Jong-Un decidió celebrar su Fiesta Nacional lanzando una bomba atómica de 10 kilotones. Es un juerguista.

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