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Marc Riboud.
Marc Riboud, el legendario «paseante» de la fotografía, muere a los 93 años

Marc Riboud, el legendario «paseante» de la fotografía, muere a los 93 años

Henri Cartier-Bresson y Robert Capa ficharon para la agencia Magnum a este reconocido autor de iconos del siglo XX

M. LORENCI

Jueves, 1 de septiembre 2016, 00:34

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MAdrid. Quienes ignoran su nombre conocen sus fotos. Y es que Marc Riboud, legendario fotógrafo francés fallecido ayer con 93 años, formaba parte del selecto grupo cuyas icónicas imágenes son universales. Instantáneas como 'Pintor de la Torre Eiffel', emblema de París, o 'Muchacha con flor', que muestra a una joven manifestante contra la guerra de Vietnam enfrentada a las bayonetas de la Policía en Washington en 1967. Miembro de la mítica agencia Magnum -que llegó a presidir-, en seis décadas de carrera reunió en una treintena de libros unas imágenes que publicó en los medios más prestigiosos del mundo.

Riboud se definía como «un paseante». Fotógrafo más que fotoperiodista, le gustaba tomarse su tiempo para atrapar, casi siempre en blanco y negro y con un toque poético, momentos cruciales de un mundo cambiante. «La mayor parte del tiempo, miro, me paseo; he paseado mucho», resumía su andadura. «Fue un fotógrafo paseante», ratificaba a AFP Alain Genestar, director de Polka Magazine, revista que Riboud apadrinó.

Su insólita mirada le permitió captar la magia de unos instantes plenos de gracia, como en 'Pintor de la Torre Eiffel', todo un icono de la capital francesa en el que un trabajador parece bailar, pincel en ristre, sobre el cielo de París y entre las vigas metálicas. «Se diría que se mantiene en equilibrio gracias a su pincel. Yo no tengo ningún mérito, salvo el de subir a pie las escaleras de caracol de la Torre», comentaba en 2009 el propio Ribaud, que contaba aquel día con solo doce negativos.

Tras vender esa foto a la revista estadounidense Life en 1953, el entonces joven ingeniero, procedente de una adinerada familia de Lyon, fue «ordenado» fotógrafo. Henri Cartier-Bresson y Robert Capa fueron quienes lo invitaron a integrarse a la prestigiosa agencia Magnum, que más adelante dirigiría. Él defendía su singularidad. «No soy un fotoperiodista, tampoco un artista, soy fotógrafo, eso es todo. No soy siempre bueno, pero lo intento», repetía este hombre de talante jocoso y eterna melena blanca. «Nacido topógrafo, tiene un compás en el ojo», dijo de él Cartier-Bresson, aludiendo a su notable capacidad para encuadrar y atrapar instantes decisivos.

Nacido el 24 de junio de 1923 en una familia de siete hijos, hermano de Antoine, futuro fundador y presidente del gigante agroalimentario Danone, y de Jean, que presidiría la petrolera Schlumberger, Marc Riboud comenzó con 14 años a hacer fotos con la cámara Vest Pocket negra utilizada por su padre en las trincheras durante la I Guerra Mundial. Durante la II Guerra Mundial se unió a la resistencia francesa. Tras la contienda estudió ingeniería antes de apostar por la fotografía.

Activo hasta casi el final, con 85 años, viajó a Estados Unidos para cubrir la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca. Como mucho antes había viajado a Cuba para retratar a Fidel Castro, líder de los barbudos que tomaron la Habana, o para cruzar Asia en coche de Israel a Afganistán y la India. Cubrió la Revolución Cultural en China, viajó por Tíbet y Japón, sin dejar de retratar la vida parisina. Vivió un año en India y dos en China en los cincuenta. En los sesenta cubrió los conflictos de la URSS, Argelia y África subsahariana y fue uno de los pocos fotógrafos a los que se les permitió entrar en Vietnam.

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