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UNA FAENA PRODIGIOSA DE JOSÉ GARRIDO

BARQUERITO

Domingo, 28 de agosto 2016, 00:55

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La corrida de Fuente Ymbro estaba saliendo tan floja y apagada, y cuarto y quinto habían manseado tanto, que antes de soltarse el sexto rompió en serio una protesta de palmas de tango. Aguantó el palco la prueba del primer puyazo. Al sentirlo pareció troncharse en dos el toro contra el peto. Y ahora sí: pañuelo verde. La devolución del toro fue pura diligencia.

El pañuelo verde y la diligencia del mayoral de plaza y su parada de bueyes marcaron una tregua. El pañuelo iba, además, a cambiar el signo de la corrida, el del espectáculo y hasta el de la semana entera. El pañuelo y un sobrero muy ofensivo de Fuente Ymbro, de nombre Pegajoso, negro listón, 558 kilos, a falta de solo dos meses para cumplir los cinco años. Mejor hecho pero más ofensivo que cualquiera de los seis titulares, y eso que cuarto, quinto y sexto lucieron agujas tremendas.

El pañuelo, el sobrero y, sobre todas las cosas, una faena sencillamente memorable del extremeño José Garrido, el torero tapado de la revolución. El más capaz y preparado de toda la generación de noveles. Una faena de tanta fuerza como melodía interior. El concierto arrancó sin dilación y de modo original. En tablas, cuatro muletazos genuflexos de tanteo pero bello dibujo, y dobló o repitió el toro pero abriéndose. Al socaire de esa manera de abrirse, cuatro muletazos más. Protestas del toro, que punteó sin tocar engaño, se trompicó y casi rebrincó.

Autoridad insuperable. Toreo enroscado, el del canon ideal, ligado y templado. Todavía se quedó una vez debajo el toro en una cuarta tanda. Garrido supo soltarlo con un estupendo muletazo de alivio, y de los que no se ven. Y de pronto la sinfonía de cuatro tandas con la izquierda, ligadas sin duelo, firmeza conmovedora, casi en tromba el toro de Fuente Ymbro pero metido en los vuelos, al antojo de Garrido. Ni pausas ni paseos. El combate desnudo en los medios. Parecía crecer de estatura Garrido. Tardó en doblar el toro, justo al hacerlo sonó un aviso, se levantó al sentir al puntillero encima, se fue solo a morir a tablas pero sin llegar a ellas, se resistió, rodó al fin sin puntilla.

Triunfo clamoroso. De un golpe borradas las dos horas y pico previas de festejo, que fueron de las duras de ver. Un no pasar nada en el primer turno de Castella con un toro apagadito; un casi airoso manejo de Perera con un segundo que se rajó sin aviso; la embestida agónica del tercero, y a este no lo pudo convencer Garrido; un cuarto manso de solemnidad; y un quinto que en vez de bramar parecía barritar como un elefante y se descompuso muy pronto.

Borrados, de paso, casi todos los malos tragos de la semana, que han sido unos cuantos. Una faena de tapar bocas, se dice entre taurinos. La del sobrero de Fuente Ymbro fue de las de dejar a todo el mundo con la boca abierta. De admiración.

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