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Vacunas, ¿por qué son tan necesarias?
EL ESPECIALISTA

Vacunas, ¿por qué son tan necesarias?

Hay infecciones que no dan tiempo a nuestro sistema inmune y provocan daños serios

JOSÉ MARÍA GARCÍA LÁZARO

Martes, 12 de julio 2016, 00:15

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Logroño. Si ustedes tuviesen un examen. ¿irían a él sin haber estudiado nada? O si el examen lo tuviese su hijo. ¿harían ustedes que acudiera a él sin haber estudiado nada?

Se habla mucho de las vacunas, pero quizás no hemos sabido explicar bien lo que son para que, entendiéndolas, sean aceptadas y valoradas en su justa medida.

La pregunta con la que comienza este texto tiene sentido, porque no vacunarse equivale a acudir a un examen sin haberse estudiado la lección: cada infección es un examen para nuestras defensas, y si 'hemos estudiado' (si hemos enseñado previamente a nuestras defensas a enfrentarse a esa infección, en concreto, por medio de la vacuna correspondiente) nuestras posibilidades de aprobar, lógicamente, aumentan mucho; claro que, en este ejemplo, suspender equivale a sufrir fiebre, diarreas, postración o. en otros casos, sufrir malformaciones o incluso la muerte.

Cuando de lo que hablamos es de decidir vacunar a nuestros hijos, es sobre ellos sobre los que recaen las consecuencias. Un caso especial es la gripe, que es como las Matemáticas: haber aprobado las del año pasado no implica que estemos preparados para aprobar el examen de este año, porque cada curso son diferentes.

Desde la Sociedad Riojana de Medicina de Familia y Comunitaria (srmFYC) tenemos claro que nuestro sistema inmune (nuestras defensas) está preparado para adaptarse a cada germen concreto que nos ataque, «aprendérselo» y derrotarlo; pero necesita un tiempo para hacer todo eso, para «estudiárselo», y hay infecciones que no le dan ese tiempo antes de provocar daños serios. Las vacunas son el medio que hemos descubierto para «enseñar la lección» a nuestras defensas: administramos gérmenes muertos o muy debilitados, o partes de ellos, para que nuestro cuerpo aprenda a vencerlos en caso de que en el futuro nos ataquen a plena potencia. Son infecciones que están naturalmente presentes en nuestro ambiente, 'exámenes' que nuestro sistema defensivo va a tener que afrontar, o que tendría que afrontar si la vacunación masiva no hubiera reducido drásticamente el número de casos, lo cual es otra prueba más de que funcionan. Lo que hacemos, simplemente, es darles un 'libro' para que se lo estudien antes del examen.

Como en cualquier acto médico, pueden existir efectos secundarios. Y como con cualquier otra medida preventiva, hay un porcentaje de personas a los que no les funciona o les funciona menos que al resto. Sin embargo, para entender que vale la pena vacunarse basta con echar la vista atrás y ver la morbi-mortalidad por esas enfermedades (es decir, las muertes y daños que causan) en el pasado y en el presente, sobre todo en la infancia. Sobre la cuestión de si todas las vacunas existentes son necesarias o incluso convenientes hay que decir que existe un debate abierto acerca de unas cuantas de reciente introducción, mientras que la conveniencia de otras está absolutamente demostrada.

Sin duda que las recomendaciones cambian y cambiarán, porque el verdadero científico está siempre reevaluando y cuestionando todo mediante estudios y revisiones (al contrario que el charlatán, que basa en su opinión desnuda una certeza inquebrantable), pero eso es una muestra del buen hacer científico, no un descrédito.

Como muestra de lo beneficiosas que son, un botón: una organización tan poco sospechosa de estar al servicio de los intereses económicos de la industria farmacéutica (y que de hecho los combate activamente) como Médicos Sin Fronteras, que ha demostrado sobradamente que sabe lo que hace (recordemos la lucha inicial contra el brote de ébola de África occidental), tiene una postura clara ante las vacunas: trabaja a brazo partido para poder administrarlas. Por algo será.

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