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El sueño del Solar Impulse aterriza en España

El primer avión que intenta dar la vuelta al mundo usando solo energía solar llega a Sevilla antes de cerrar sus últimas dos etapas

J. LUIS ÁLVAREZ

Jueves, 23 de junio 2016, 00:56

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Volar propulsado sólo con energía solar es una realidad. Así lo está demostrando el Solar Impulse 2 (SI2), el avión que usa esta energía para mover sus cuatro motores y que tenía previsto aterrizar esta madrugada en el aeropuerto sevillano de San Pablo. Atrás quedará una etapa de casi cuatro días, que comenzó el lunes en el aeropuerto neoyorquino JFK. Un hito más en su viaje de unos 40.000 kilómetros alrededor del mundo.

«Me siento fatigado tras 44 horas de vuelo, debo hacer frente a alguna turbulencia sobre las islas Azores», escribió ayer en Twitter el piloto suizo Bertrand Piccard, de 58 años, cuando sobrevolaba el archipiélago portugués. Este aviador protagoniza junto a su compatriota y también piloto André Borschberg un viaje transmitido en directo por internet gracias a las diez cámaras que lleva en la cabina, las alas y la cola. Ayer mismo, el piloto animaba a los internautas a conectar: «No me van a creer, pero a mi derecha veo un iceberg en el océano Atlántico. ¡Miren!». Y es que el vuelo entre Estados Unidos y España no ha sido en línea recta. El SI2 despegó rumbo noreste, hacia Terranova, y desde allí giró hacia sureste, aprovechando los vientos favorables.

La aventura comenzó en marzo de 2015, cuando el SI2 despegó de Abu Dabi en un viaje que le llevó a Omán, India, Myanmar, China, Japón, EE UU y Europa, antes de regresar a Abu Dabi. No ha sido un periplo fácil. En julio del año pasado, después de marcar un récord de cinco días y cinco noches en el aire y de haber recorrido unos 8.900 kilómetros entre Japón y Hawai, Borschberg tuvo que dar la alarma. Las baterías del avión fallaron por un recalentamiento. Este contratiempo dejó al avión en tierra todo el invierno, porque al tiempo para reparar la avería se sumó el final de la temporada con condiciones climáticas favorables.

Tras el invierno, el 21 de abril el SI2 despegó de Hawai y tres días después aterrizó en California, el 23 de abril. El 11 de junio llegó a Nueva York, y de allí, a España.

Reducir el consumo

El Solar Impulse surgió como un sueño de Bertrand Piccard, que pretendía construir un avión que pudiera volar día y noche sin utilizar combustibles fósiles, propulsado exclusivamente por la energía solar. El objetivo del proyecto era demostrar que las tecnologías limpias «tienen el potencial de cambiar nuestras vidas, nuestras sociedades y nuestros mercados futuros en un grado nunca visto», explica el piloto.

«Si un avión puede volar día y noche sin combustible, todo el mundo puede utilizar estas mismas tecnologías para reducir a la mitad el consumo mundial energético, ahorrar recursos naturales y mejorar nuestra calidad de vida. Nuestro deseo es motivar a todas las personas a reducir su dependencia de los combustibles fósiles en sus vidas cotidianas y a promover acciones concretas para la sostenibilidad», asegura Piccard.

Más de diez años tardó este suizo en hacer realidad sus sueño, entre cálculos, simulaciones, construcción y pruebas por un equipo técnico aglutinado y dirigido por André Borschberg.

Para afrontar el desafío de lograr la primera vuelta al mundo en un avión propulsado por energía solar, se ha optimizado cada eslabón de la cadena de propulsión, desde el montaje de las células solares hasta el diseño de las hélices. La aeronave monoplaza está fabricada con fibra de carbono, con una envergadura de 72 metros (mayor que un Boeing 747, que llega a 68), y una longitud de 25 metros. El peso en vacío es de 2.300 kilos. La velocidad de crucero es de unos 45-55 km/h y su altitud máxima operativa es de 8.500 metros.

La propulsión está confiada a 17.248 células solares incorporadas en las alas, que cargan las cuatro baterías (38,5kW/h por batería), que, a su vez, accionan los cuatro motores eléctricos de 17,5 cv. cada uno. El sistema de propulsión tiene una eficiencia del 93% eficiente, es decir, sólo pierde el 7% de energía que genera. Un coche pierde el 70%.

La cabina del piloto está despresurizada y carece de calefacción, por lo que el piloto tiene que vestir un traje térmico y estanco. Todo esto haría posible que el SI2 pudiese volar en teoría indefinidamente. Su operatividad solo estaría limitada a la resistencia física del piloto.

Ese era el sueño de Bertrand Piccard, miembro de una familia de inventores, cuyo abuelo Auguste Piccard inspiró al belga Hergé para crear al profesor Tornasol, personaje de las aventuras de Tintín.

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