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Huellas en la arena

JONÁS SAINZ - CRÍTICA DE TEATRO

Miércoles, 6 de mayo 2015, 22:43

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Soñar es como estar en la playa. Como dibujar en la arena, disfrutando igual que un niño sin preocuparse de que vengan las olas y lo borren todo, sin temor de que pase el tiempo y no quede nada, ni siquiera una huella de nuestro paso. Soñar así es recuperar el sinsentido de vivir, aunque sean sueños pasajeros. Despiertos, en cambio, olvidamos que no hemos venido aquí a llevarnos nada, solo a vivir el momento, a hacernos atravesar por ese relámpago hermoso y cruel que es la vida.

Entre los momentos más luminosos que se pueden vivir están los que procuran la ilusión y la caricia. También los sueños se alimentan de esas quimeras. Y 'Sueños de arena' es pura ilusión y caricia amable. Pura poesía modelada a base de eso, de sueños y de arena, dos elementos de naturaleza tan distinta como la fantasía y el barro, o como la luz y la mano del artista rizando sus rayos igual que cabellos al viento. Pero juntos forjan un instante de magia corto como el amor y largo como el olvido...

El artista es Borja González, criado en la arena de Arnedo y enamorado de un sueño, de una idea que ahora hace posible cada día con sus propias manos y con sus manos deshace antes de que se marchite ante un público que no es público, que es gente soñada por él para soñar a su lado. Artista plástico convertido en artista escénico con un espectáculo de arte en vivo original, quizás único, sencillamente hermoso y evocador, que nos deleita, pero sobre todo nos convoca a soñar con él sin importarnos qué vendrá mañana al despertar. Seguramente solo polvo en el viento.

'Sueños de arena', de la compañía catalano-riojana pero ya internacional Ytuquepintas, combina pintura rápida hecha con arena, música en directo, marionetas de gran formato, cuentacuentos sin palabras y un espíritu circense que inspira la historia narrada y su filosofía de arte ambulante y universal. El mecanismo del espectáculo es simple e ingenioso, como el trabajo de los buenos artesanos: solo con las manos y con arena sobre un cristal iluminado que un proyector hace visible a los espectadores, el ilustrador crea imágenes que anima con ágiles y precisos movimientos de sus dedos y convierte en una linda historia acompañada por los músicos, incluido un serrucho musical que es toda una . La dirección de Julio Ontana hace recordar aquel otro diamante nacido del barro y pulido en la antigua Escuela de Arte de Logroño, 'A mano', de la compañía El Patio, que ya ha dado la vuelta al mundo. Ese mismo camino aguarda a estos maravillosos 'Sueños de arena'. Un pintor siguiendo los pasos de los cómicos de la legua.

Borja sonríe al dibujar y esa sonrisa se traslada al cuento de un hombre que sueña o tal vez recuerda su infancia, su pasión por el circo, sus viajes y el amor... Todas esas cosas que surgen de la nada como las estrellas del firmamento para luego desaparecer. O quizás no.

También nosotros somos dibujos efímeros en la arena. No dejaremos una huella muy duradera ni nos llevaremos nada de aquí. Lo esencial es el fulgor del momento.

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