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Contemplando una de las fotografías de 'En estado latente', de David Catá (a la izquierda).
La memoria vuela en un diente de león

La memoria vuela en un diente de león

El joven y elogiado artista gallego David Catá expone 'En estado latente' en Estudio 22

J. SAINZ

Lunes, 13 de abril 2015, 23:30

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La memoria es frágil, pero también es semilla. Como un diente de león volando al mañana. O a la nada. El artista gallego David Catá (Viveiro, Lugo, 1988), un creador de sorprendente madurez para su edad, expone en Estudio 22 'En estado latente', una selección de fotografías sobre lo efímero de la vida y la importancia de los recuerdos.

«Somos efímeros como el viento y volamos como él -reflexiona el autor-. Desaparecemos dejando una huella, una semilla, un ápice de vida que nos mantiene vivos en la memoria. En un suspiro frustrado, intento dejarte volar, intento dejarte marchar. Pero vuelves a mí en forma de dolor por la imposibilidad de un pasado irrepetible».

Como metáfora, Catá emplea semillas de diente de león, esa flor que algunos niños llaman significativamente 'abuelitos', que él mismo pega cuidadosamente, una a una, sobre objetos materiales y personas de su propio entorno para después fotografiarlos. Aquí puede verse una veintena de bellas y sugerentes imágenes, pero también inquietantes, entre retratos, fotos del álbum familiar y espacios y objetos a los que le une una evidente vinculación personal, como viejos muebles polvorientos, libros, cartas, sábanas... Todo ello parcialmente cubierto por esas blancuzcas semillas voladoras.

'Déjame volar' y 'A flor de piel'

«A través de su trabajo reflexiona sobre la cuestión de lo efímero de la vida y la necesidad que tenemos como seres humanos de perpetuarnos en forma de recuerdos en la memoria de los nuestros», comenta Jesús Micó, comisario de Talent Latent, muestra colectiva internacional celebrada en otoño en Tarragona, en la que Catá participó con este mismo proyecto, entonces llamado 'Déjame volar'.

«Usa la elipsis poética de entender las huellas sentimentales, los recuerdos, como semillas que nos mantienen con un ápice de vida en la memoria de los demás. Esas semillas parecen haber sido esparcidas poéticamente en el aire por un soplo vital. Han volado y han ido a depositarse sobre seres humanos que necesitarán recordar y ser recordados. Y han aterrizado también en objetos que perpetúan las ideas de tiempo y memoria en el seno familiar. Estas florecillas parecen haber ido a caer delicada y puntillosamente en los objetos destinados a (y para) la memoria. La fragilidad y levedad de las semillas se erige en metáfora también de la labilidad de nuestros recuerdos. El vuelo de las florecillas es como el leve rastro que deja en la memoria nuestro viaje real por la vida».

El proceso conceptual y la acción artística previa a la obra final hacen intuir en David Catá un creador de profundo interés, que ciertamente está ganando creciente prestigio, actualmente a caballo entre Viveiro y Berlín. Su proyecto personal abarca pintura, escultura, fotografía y videoperformance. Ya ha llamado la atención con un impactante proyecto anterior, 'A flor de piel', en el que emplea su cuerpo como soporte de retratos de seres queridos que borda con aguja e hilo en la epidermis de la palma de sus manos. David A. Pérez, galerista de Estudio 22, no descarta completar la presente exposición, que permanecerá hasta junio, con una videoperformance de este otro proyecto.

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