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Babuinos de Luxor, seis toneladas de granito rosa de Asuán. :: EFE
En el nombre de Anubis

En el nombre de Anubis

El Louvre cede por primera vez los 'impúdicos' babuinos de Luxor, estrellas de la exposición 'Animales y faraones'

MIGUEL LORENCI

Miércoles, 1 de abril 2015, 01:32

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Madrid. Los antiguos egipcios se explicaban el mundo real y el más allá a través de los animales. Su peculiar e intensa relación con todo tipo de especies les llevó a sacralizar a muchas, compartiendo con ellas tanto la vida cotidiana como la espiritual, la política y la artística. Del escarabajo a la cobra, del gato al halcón, del toro al ibis, del babuino a la cabra, del cocodrilo al chacal, cada especie -más de 60- regía o daba sentido a una parte de la vida, la creatividad y la espiritualidad de los egipcios.

No fueron simples zoólatras, tal y como pretendió ridiculizarlos Clemente de Alejandría. Compartían alma y vida con el chacal, el dios Anubis, señor de la muerte. Con la alegre y hogareña diosa Bastet, la gata protectora de niños y embarazadas; con Sejmet, leona iracunda y poderosa; con Apis, el toro, dios solar de la fertilidad; con Tot, el sabio babuino, y con el halcón, el poderoso Horus, feroz y orgulloso dios del aire y la tierra y padre de la civilización.

Todos están representados con su gran poder simbólico en infinidad de formas en los cientos de objetos sagrados o comunes que reúne la muestra 'Animales y faraones. El reino animal en el antiguo Egipto'. Explica la compleja simbiosis entre humanos y animales a través de 430 piezas, procedentes en su mayoría de la colección del Louvre, y que estarán en CaixaForum Madrid hasta finales de agosto. Entre ellas, los «escandalosos» y espectaculares babuinos de Luxor, que el museo cede por primera vez.

«Para los egipcios no había jerarquías entre el reino animal, vegetal y mineral. Todos fueron creados al tiempo, con idéntico nivel y en equilibrio cósmico, de modo que la relación de los egipcios con los animales no es de dominación ni de adoración», explica Hélène Guichard, comisaria de la exposición y responsable de las colecciones egipcias del museo del Louvre.

Los animales, reales o representados, salvajes o domesticados, son omnipresentes y a menudo intermediarios ente el mundo del sol y el de la tiniebla. «Los egipcios se apropiaron intelectualmente de sus imágenes simbólicas, ya fuera como pilar del pensamiento religioso o político o como fuente de inspiración» explica la experta. «Esta apropiación propició una producción artística de una riqueza y variedad excepcionales», resume.

En sus nueve ámbitos, la exposición muestra los vínculos extraordinarios entre los animales y unos egipcios que los toman por compañeros, como medio de transporte, representación de los dioses, heterogénea e inagotable fuente de inspiración o alimento. La imagen de unos animales «observados, cazados, temidos, admirados, momificados y sacralizados» constante tanto en la vida cotidiana como en los ritos funerarios, religiosos y civiles.

Entre las 430 obras expuestas hay esculturas, estatuas y figuras, estelas y relieves, cerámica, papiros, acuarelas y pinturas murales, cofres, amuletos y joyas, ataúdes, sarcófagos y una gran diversidad de objetos cotidianos.

La pieza estelar es el conjunto de cuatro babuinos de la base del obelisco oriental del templo de Luxor. Con sus seis toneladas de granito rosa de Asuán, estuvo en la plaza de la Concordia de París, junto al obelisco, hasta 1836, cuando la pacata sociedad de la época reclamó su reclusión en el museo. Y es que los sabios, procaces e 'impúdicos' babuinos, tallados hace más de 4.000 años, exponen con descaro sus genitales al sol al que veneran y saludan con los brazos en alto.

Como muchas de las piezas expuestas, nunca habían abandonado París desde su llegada en el XVIII, junto al obelisco que representa el primer rayo de sol «el de la creación del mundo». Ha habido que reforzar el suelo de la sala que los acoge «en un gran alarde de ingeniería».

Hasta 260 de las piezas se han restaurado para la ocasión, entre ellas las catorce momias de animales a las que se ha realizado tomografías computarizadas. Unos TAC que son auténticas autopsias virtuales que demuestran cómo no siempre los egipcios momificaban íntegros a los animales, que envolvían a veces solo un puñado de huesos o plumas. La avanzada tecnología permite distinguir tres técnicas para momificar cocodrilos, gatos, perros, ibis, halcones, peces, cabras, corderos o serpientes.

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