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El arte ruso abre sucursal en España

El arte ruso abre sucursal en España

La filial del Museo Estatal de San Petersburgo desembarca en la Tabacalera de Málaga con el objetivo de recibir a 150.000 visitantes en su primer año

antonio javier lópez

Miércoles, 25 de marzo 2015, 14:07

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«Vinimos en enero y era muy difícil de creer en lo que se iba a convertir en lo que ya es hoy». La confesión del director del Museo Estatal de Arte Ruso de San Petersburgo, Vladimir Gusev, llega desde el pabellón central que preside la fachada marítima de Tabacalera. Un espacio luminoso, de techos altos, convertido en recibidor de la Colección Museo Ruso, que esta mañana se presenta en sociedad y que a partir de las cuatro de la tarde abrirá sus puertas de manera gratuita al público, que también podrá acudir mañana de 9.30 a 20.00 horas a la jornada de puertas abiertas para conocer un nuevo equipamiento museístico que espera recibir a 150.000 personas en su primer año de vida.

Los tres días de luto oficial por el accidente del avión de Germanwings en el que fallecieron ayer 150 personas ha motivado que la inauguración del Museo Ruso prevista para este mediodía haya quedado en un breve acto de recepción, en el que se ha guardado un minuto de silencio por las víctimas del accidente, para los primeros invitados que han podido conocer los contenidos del centro. Un conjunto de 169 piezas, repartidas en el centenar de referencias que ofrece la exposición anual Arte ruso. Siglo XV-XX y las 69 obras del montaje temporal dedicado a Sergei Diaghilev, promotor de los célebres Ballets Rusos.

De este modo, la colección anual pretende ofrece «una historia del desarrollo del arte ruso» desde las manifestaciones religiosas de mediados del Medievo hasta piezas realizadas a finales de la década de los años 60 del siglo XX, como detalla la directora artística del Museo Estatal de Arte Ruso de San Petersburgo, Eugenia Petrova. Mientras que la primera temporal ofrece una pincelada de la efervescencia cultural rusa durante las primeras décadas del siglo pasado. Pero eso será al final de un largo recorrido.

La primera impresión

Recibe al visitante una sala pintada en rojo intenso, que contrasta con el dorado de los siete iconos religiosos que presiden el primer espacio expositivo. «No teníamos el objetivo de desarrollar todas las etapas del arte ruso, sino de ofrecer propuestas distintas», avanza Petrova. Así que el catálogo de iconos ofrece maternidades, escenas bíblicas y un Pantócrator.

Las paredes pasan del carmesí al blanco apagado en las salas dedicadas a la pintura de los siglos XVIII y XIX. Esta parte, supone, a la postre, la más extensa del recorrido por la exposición anual. Rusia se suma a la moda europea en el gusto por el retrato y por las escenas costumbristas, como da cuenta esta parte del paseo y como detalla Petrova. Aristócratas y autoridades religiosas comparten protagonismo con retazos del romanticismo ruso «que es un poco más melancólico, como la propia naturaleza de los rusos», en palabras de Petrova.

Dos nocturnos de Iván Aiavazovski, La muerte de Inés de Castro (1834) a cargo de Karl Briulov o las tres piezas firmadas por Alexander Ivánov (una de tema religiosa y dos escenas campestres) destacan en esta parte del recorrido junto a la monumental El ritual del beso (1895) de Konstantín Makovski o La boda de Nicolás II y la gran duquesa Alejandra Fiódorovna (1894) de Iliá Repin.

Los nombres más populares llegan con las vanguardias rusas en el tramo final del recorrido. Espejo (1915) de Marc Chagall preside desde una pared azul oscuro casi negro una sala donde se citan Vassily Kandinsky (Composición con borde blanco, 1913), Kazimir Malevich (Un niño y Cabeza, ambos datados entre 1928 y 1929) y Olga Rozanova con una composición y un paisaje, por citar algunas de las ilustres referencias.

El espectador gira entonces de la ruptura vanguardia al realismo socialista acaecido en el arte ruso a partir de la década de 1930. El Tractorista (1956) de Alexander Deineka y La mies (1948) a cargo de Alexander Bubnov piden una parada detenida antes de entrar en la sección titulada La época del deshielo sobre el arte de la segunda mitad del siglo XX.

La exposición temporal

Acto seguido de la colección anual, el visitante accede a la exposición temporal dedicada a Sergei Diaghilev y su época. Reproducciones de vestuario, documentos gráficos y proyecciones sobre los Ballets Rusos, esculturas decorativas y un repaso pictórico donde prima el simbolismo de principios del XX hasta entonces casi inadvertido.

El rabioso colorido de las Campesinas (1905) de Filipp Maliavin, el Autorretrato (1911) de Nathan Altman y La escarcha (1910-1911) a cargo de Olga Goncharova despuntan junto a los claroscuros figurativos e La casa de baños (1913) de Zinaida Serebriakova.

Termina así el recorrido inaugural por la Colección Museo Ruso, que ocupará Tabacalera durante, al menos, diez años, en virtud del acuerdo entre el Ayuntamiento de Málaga y el Museo Estatal Ruso de San Petersburgo. El director de este último, Vladimir Gusev, acota antes de la despedida: «Con la apertura acabamos de empezar nuestro trabajo».

Así que pasen y vean.

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