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Una única píldora evita segundos infartos

Sale a la venta un fármaco que integra los tres principios activos clave de este tratamiento preventivo

BORJA ROBERT

Sábado, 28 de febrero 2015, 01:33

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Los tratamientos preventivos pueden reducir a menos de la mitad la posibilidad de sufrir un segundo infarto. Hasta ahora, estos exigen tomar tres fármacos, cada día, durante toda la vida. Muchos pacientes no lo cumplen. Pero una colaboración público-privada entre el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y la farmacéutica Ferrer ha desarrollado un fármaco, Trinomia, que integra los tres principios activos en una única pastilla. Así, esperan, mejorará la adherencia. Es decir, el número de personas que siguen la prescripción médica al pie de la letra.

El nuevo medicamento es una polipíldora que comenzó su desarrollo en 2008 pero que se ha empezado a comercializar en los últimos días. Se fabrica en Sant Cugat del Vallés (Barcelona) y el plan de Ferrer es ampliar su distribución a 90 países en los próximos cuatro años. De momento está disponible en quince, incluido el Sistema Nacional de Salud español. El CNIC intenta, por su parte, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo incorpore a su lista de medicamentos esenciales. «La primera causa de mortalidad en el mundo son los infartos», explicó el doctor Valentín Fuster, director general del CNIC y promotor del proyecto. «Y todos los estudios demuestran que es necesario tomar estos tres fármacos. Son un 'must'».

«Hicimos un estudio en el que analizamos los reinfartos en Estados Unidos, y la posibilidad de sufrirlo es del 30%», explicó ayer Fuster durante la presentación de Trinomia, en la sede del CNIC. «Con esta polipíldora, dos tercios de estos casos pueden evitarse». Tanto este nuevo medicamento como la tradicional combinación de los tres -ácido acetil salicílico, atorvastatina y ramipril- cumplen el mismo objetivo: de los que siguen a rajatabla el tratamiento, solo uno de cada diez sufre un segundo episodio cardiovascular. Investigaciones recientes demuestran que más gente lo hace cuando solo es una píldora, y no tres. Un estudio publicado durante 2014 calculó una diferencia de 10 puntos porcentuales en la adherencia. Del 56,9% creció al 66,8%.

Los infartos de miocardio también son la primera causa de muerte en España. Se calcula -no se sabe el número exacto- que se dan entre 70.000 y 100.000 cada año. En cualquier caso, una de cada tres muertes tiene un motivo cardiovascular, según datos del Instituto Nacional de Estadística. Trinomia, aseguraron durante la presentación Valentín Fuster y Jordi Ramentol -el consejero delegado de la farmacéutica Ferrer-, no solo puede mejorar la adherencia, sino que también abarata el coste del tratamiento. «La idea original al poner en marcha este proyecto fue social, lo de la adherencia llegó después», aclaró el director general del CNIC. «Ochenta de cada cien infartos ocurren en países con economías de un nivel bajo o medio, así que no puedes ofrecerles una pastilla que no puedan comprar». Durante su época de presidente de la Sociedad Cardiológica Mundial, aclaró, conoció casos de países donde muchos pacientes ni siquiera podían comprar aspirina, el anticoagulante más usado.

«El tratamiento en España cuesta, de media, diez euros», aseguró Ramentol. Al mes, dijo después. «Un precio muy moderado, porque el objetivo, per se, no era ganar dinero», matizó. El coste del medicamento varía de país a país, aunque en España es algo inferior a la suma de los tres componentes esenciales. La idea se la propuso Fuster, aseguró, en septiembre de 2007. Un año después empezaron a trabajar. «Nuestro compromiso es que en el tercer mundo podamos situar un producto lo suficientemente económico para que puedan acceder a él, aunque sea a costa del margen». De todo lo que se venda, el CNIC recibirá entre un 8 y un 12%.

El desarrollo científico de Trinomia, explicó Ramentol, ha costado alrededor de 24 millones de euros. Si se le suma el coste en recursos humanos y la instalación de la planta de producción, la inversión total asciende a un total de entre 45 y 50 millones. Esta polipíldora, aseveró, es la primera aprobada en Europa con este propósito y un éxito de las estrategias de colaboración entre entidades públicas y empresas privadas. «Otras farmacéuticas lo habían intentado y no lo habían conseguido», afirmó.

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