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El historiador Ricardo García Cárcel, posando a su llegada a Logroño. ::
«Santa Teresa podría ser una pionera de los antecedentes del feminismo»

«Santa Teresa podría ser una pionera de los antecedentes del feminismo»

Historiador

DIEGO MARÍN A.

Jueves, 26 de febrero 2015, 22:50

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La Universidad de La Rioja y la Fundación San Millán conmemoran el V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús con las jornadas 'En torno a Santa Teresa. Santidad, devociones. Discursos y prácticas'. El catedrático de Historia Moderna de la Universidad Autónoma de Barcelona y académico de la Real Academia de Historia, Ricardo García Cárcel (Premio Nacional de Historia de España 2012), coautor del libro 'Teresa de Jesús, la construcción de la santidad femenina' (Cátedra, en imprenta), ofreció ayer la conferencia inaugural de las jornadas, 'El tiempo de Santa Teresa; los sueños y la memoria de aquel tiempo'.

-Cinco siglos después de su nacimiento, ¿cuál es la vigencia actual de Santa Teresa de Jesús?

-Santa Teresa de Jesús es un personaje que tiene la fuerza de un icono representativo, hoy en día, fundamentalmente de tres conceptos: indudablemente, de la catolicidad triunfante con respecto a todas las herejías (se supo mover, como una funambulista, sobre un cable bajo el que había muchos caimanes); de la identidad española, representa la conciencia y el asentamiento del castellano como lengua; y, promovido ya en el siglo XX desde algunos estudios realizados en EEUU, del feminismo, porque representa a la mujer fuerte dentro de un mundo hegemónico de hombres. Podría ser una pionera, si no del feminismo, de sus antecedentes.

-¿Y su faceta literaria?

-Evidentemente, y es indiscutible, Santa Teresa es autora literaria. Uno de los grandes temas de investigación ahora es determinar en el 'Libro de la vida', canon del género autobiográfico, dónde acaba el ejercicio memorístico y dónde empieza la literatura, qué es verdad y qué es ficción. Ahora es un reto. Le gustaba leer y escribir de manera increíble, le puede, a pesar de sus múltiples manifestaciones de humildad.

-No muchos pueden presumir de hacer escrito unos versos célebres como «Vivo sin vivir en mí...».

-Por supuesto. De tanto repetirlo, se ha convertido casi en un tópico, a pesar de formar parte de su poesía mística. El «Vivo sin vivir en mí» se ha convertido en un ejemplo, más allá del virtuosismo literario, del perfil de Santa Teresa, es definitorio en ese sentido. Ahí está la mujer llena de contradicciones y paradojas, una mujer conversa, nieta de un judeoconverso procesado por la Inquisición y que se mueve en un mundo de cristianos viejos. Por lo tanto, tiene que saber moverse en escenarios que no le son fáciles: el volcán de la crisis de 1559, los autos de fe de Valladolid y Sevilla, el proceso inquisitorial al arzobispo de Toledo... De ahí ese funambulismo, la capacidad de sobrevivir a situaciones enormemente difíciles que ella denominó, acertadamente, «tiempos recios». Fueron auténticos ejercicios de equilibrio emocional para continuar adelante. Las contradicciones de «Vivo sin vivir en mí» y el «muero porque no muero» son reflejo de los tiempos de cambio que le tocó vivir.

-¿Puede confirmar o desmentir su relación con San Juan de la Cruz?

-Hubo una relación de amistad extraordinaria. Él era mucho más joven y de carácter muy distinto. Ella tenía una inteligencia emocional extraordinaria, proyectada hacia fuera, poseía mucha empatía. San Juan de la Cruz era más tímido y ella le llamada «pequeño», porque también era de baja estatura. Pero se equilibraron y conjugaron. La diferencia es que San Juan de la Cruz sufrió, fue una de las víctimas de la confrontación interna de la orden carmelita entre calzados y descalzos, y fue apresado tres veces. De alguna manera, fue la vanguardia de los carmelitas descalzos. Santa Teresa, en cambio, supo lidiar mejor esos tiempos tormentosos, armonizó mejor las relaciones. No obstante, en los últimos años hay signos de distanciamiento entre los dos.

-¿Es posible aportar nuevas contribuciones sobre Santa Teresa, como pretenden estas jornadas?

-Es difícil, la verdad. Próximamente publicaré en Cátedra, junto a Rosa M.ª Alabrús, un libro titulado 'Teresa de Jesús, la construcción de la santidad femenina' y, precisamente, admitimos en el prólogo que la biografía sobre ella es absolutamente inabarcable. Probablemente no hay otro personaje histórico de toda la historia y literatura de España que haya generado tal cantidad de producción bibliográfica, por lo que es difícil aportar algo nuevo. Lo que hemos intentado ofrecer, y lo creo novedoso, es un estudio comparativo con las otras monjas de la España barroca que tuvieron vidas homologables a la de Santa Teresa. Ella fue canonizada 40 años después de su muerte, que, para aquellos tiempos, supuso una rapidez extraordinaria. En cambio, hubo múltiples monjas que, con vidas parecidas, se quedaron encalladas en el proceso hacia la beatificación.

-¿Ha aplicado su conocimiento sobre 'La herencia del pasado' y la memoria histórica al estudio de Santa Teresa?

-Sí, porque me fascina la memoria histórica. Y no solo reducida a la Guerra Civil. Para mí es la construcción del pasado desde los condicionamientos del presente. Para la memoria histórica, cualquier pasado está condicionado por el perfil del historiador que la hace y su contexto. En este sentido, he aplicado mi interés por Santa Teresa no solo para ver la realidad de lo que fue su vida, también la proyección de su imagen a lo largo del tiempo, sus usos, cómo se ha instrumentalizado buscando la rentabilidad del personaje.

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