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Lunes, 2 de febrero 2015, 23:43
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La inactividad física es otro de los desencadenantes fundamentales de la actual epidemia de obesidad. Por este motivo, en primer lugar, es recomendable potenciar la actividad física cotidiana, como intentar subir las escaleras en lugar del ascensor, ir andando en lugar de en coche, pequeños paseos, etcétera.
Además, para un paciente obeso que no esté acostumbrado al ejercicio sería recomendable caminar 5 km. al día, e ir aumentando progresivamente la intensidad y la distancia.
En general, la actividad física constante, aunque sea de baja intensidad, ha demostrado junto con la alimentación equilibrada, ser efectiva en el control de la obesidad, consiguiendo además una menor tasa de abandonos.
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