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Canto a la amistad en 200 cartas

Canto a la amistad en 200 cartas

La inédita y emotiva correspondencia entre el gran escritor y el crítico y profesor evoluciona de lo profesional a lo personal

MIGUEL LORENCI

Miércoles, 17 de diciembre 2014, 01:14

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«Querido Gonzalo: No me gusta lo que me cuentas pero vives. Yo voy perdiendo cabeza y lo que conlleva. No me quejo. Queda poco tiempo pero lo aprovecho para abrazarte». Es la última, lacónica y emotiva carta que Miguel Delibes (1920-2010) escribe poco antes de su muerte a su también enfermo amigo, el crítico Gonzalo Sobejano Esteve (Murcia, 1928). Ambos cruzaron durante medio siglo unas misivas, inéditas hasta ahora, que conforman «la crónica de una gran amistad» según Amparo Medina-Bocos, especialista en Delibes, recopiladora y editora de las cartas que publican la fundación Miguel Delibes y la Universidad de Valladolid y que hoy se presentan en la Biblioteca Nacional.

La escritura era para Delibes «una necesidad biológica y espiritual» y las cartas su manera natural de comunicarse. Con su letra menuda y apretada -«Complicadita, pero no endiablada», dice Medina-Bocos- el gran escritor vallisoletano se sentía más cómodo «escribiendo, leyendo y enviando cartas que hablando». Poco amigo de viajes, entrevistas y actos públicos, fue siempre fiel a la comunicación epistolar, en especial con Sobejano, poeta, crítico literario y profesor de literatura española.

Se conocieron en 1960 en Alemania y hasta 2009 mantuvieron su intensa relación epistolar sustanciada en los casi dos centenares de misivas localizados y que evidencian «cómo nace crece y se consolida la profunda amistad» entre el novelista y el crítico. «No son todas las que cruzaron; son las halladas después de rebuscar en muchos archivos» dice la editora de los 188 manuscritos que reúne 'Miguel Delibes, Gonzalo Sobejano: correspondencia, 1960-2009'. «Las cartas evolucionan de lo profesional a lo personal, que acaba imponiéndose». «Hablan primero de libros, conferencias, viajes y proyectos y abordan luego asuntos muy personales.Tanto que esta correspondencia es, básicamente, un canto la amistad entre dos personas excepcionales, que se respetan y admiran; que hablan de lo divino y sobre todo de lo humano», dice Medina-Bocos.

«Uno envejece y piensa ¿qué es lo que vale la pena? Y una de las pocas -contadas- cosas que valen la pena es la amistad», escribe Delibes en 1964. Sobejano se refiere al escritor como un «provinciano universal» y Delibes le agradece con largueza unos juicios que aprecia muy sinceramente. Comentan tanto el proceso creativo como sus quehaceres cotidianos. Son «dos caballeros a la antigua usanza, -según Elisa Delibes de Castro, hija del narrador-, que comparten sentimientos y vivencias íntimas y se muestran un cariño y admiración mutua» en unas cartas que recorren sus vidas experiencias y pensamientos.

La mayor intimidad emocional aflora cuando ambos afrontan la muerte de sus esposas. «La pérdida les une mucho», apunta la editora. «Llevo una vida pasiva y a base de estabilizantes. Quiero decir de química de las boticas que te hacen ver menos negro lo que es decididamente es negro», escribe Delibes a Sobejano en 1974, mucho antes de conjurar sus fantasmas en 'Señora de rojo sobre fondo gris', donde aborda la muerte de su esposa Ángeles «una idea parasitaria -y amarga- que no me deja concentrarme en nada». Tres lustros después es Delibes quien anima al amigo que ha perdido a su esposa Helga: «No te pienses. Procura no compadecerte y vivir hacia fuera» le aconseja el autor de 'Cinco horas con Mario' o 'El hereje'.

Vemos como esa confianza íntima hace que las cartas de Delibes sean cada vez más cortas e intensas, en especial cuando atisba el final. «Muy querido Gonzalo: Me encantó tu presencia en el Congreso y el corto rato que pude charlar contigo. Esto lo doy por liquidado. He vivido mi vida y ya está. Recuerdo a tanta gente que me espera que este mundo me parece vacío. Vacío y hosco, no me gusta. Que 2008 te sea favorable y los que vengan detrás. Te abraza tu viejísimo amigo Miguel Delibes» escribe el 31 de diciembre de 2007.

«Mi admirado y querido Miguel: Somos huérfanos -me dijiste-; pero somos hermanos -te dije-. Y tú lo sabías. Era tu fe única, y lo es para mí, gracias a todo lo que has escrito. Te abraza. Gonzalo» reza la última carta de un Sobejano, un pionero en la divulgación de la obra del autor de 'Cinco horas con Mario' o 'Los santos inocentes' tanto en Alemania como en Estados Unidos, donde el catedrático ha ejercido la docencia.

No hay desencuentros pero sí algún desacuerdo. Si Delibes estima que «con los buenos sentimientos se hace mala literatura» Sobejano sostiene que los malos sentimientos solo producen mala literatura y «le pone ejemplos, como la justicia y Dante, y la humildad y Kafka» aclara la editora.

«Es mucho más emotivo que el epistolario de Delibes con su editor Josep Vergés, con quien cruza cartas completamente profesionales y plagadas de referencias monetarias, ventas y liquidaciones». Las escribe un Delibes que acaba de ganar el Nadal con 'La sombra del ciprés es alargada', que «necesita dinero para sacar adelante a sus siete hijos y muy preocupado por lo material». Un Delibes que no puede ni soñar con su ingreso en la RAE (1975) y premios como el Príncipe de Asturias (1982), el Cervantes (1993) y el Nacional de Narrativa (1999).

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