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El diestro, de 74 años, tras ser puesto en libertad.
Detenido Rafael de Paula por amenazar a su abogado con una azada

Detenido Rafael de Paula por amenazar a su abogado con una azada

Amenazar de muerte a su abogado es la última muestra del 'genio' dentro y fuera de la plaza del torero jerezano, en libertad con cargos

PEDRO SAN JUAN

Sábado, 1 de noviembre 2014, 01:23

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Cuentan de él que tenía embrujo. Que era todo sentimiento y profundidad cuando se enfrentaba a un toro. Un diestro singular, único, siempre fiel a sí mismo, lo que implicaba salir de la plaza por la puerta grande o protegido por la Policía Nacional. Rafael de Paula tenía «gotas de genialidad» en sus manos. Y el 'genio' brota inesperadamente. Aparece y no se puede detener. El bueno y el malo. Y el maestro jerezano del estoque siempre tuvo de los dos. Y mucho.

El jueves por la tarde fue detenido tras presentarse en el despacho de su abogado y amenazarle de muerte con una azada. Según testigos portaba también un puñal y el bastón con el que ayuda a sus frágiles rodillas, esas que le obligaron a abandonar los ruedos en el 2000. Estaba «fuera de sí». Al parecer, arrastraba su enfado desde el lunes, cuando su letrado le anunció que no iba a seguir adelante con una querella que el torero quería presentar contra varias personalidades y nobles andaluces.

No llegó a entrar al edificio y sólo pudo golpear la puerta con la azada. Ayer prestó declaración ante el juez, que le dejó en libertad con cargos a la espera de que el próximo 14 de noviembre se celebre el correspondiente juicio. «Llevaba la azada para defenderme (...) Espero que la verdad prevalezca sobre todas las cosas. Así venga la felicidad a través de la libertad», declaró ayer tras abandonar los calabozos. No es el primer lance que el maestro, de 74 años, mantiene con la Justicia. En enero de 1995 llegó a ingresar en prisión por un turbio asunto de cuernos en el que, por una vez, el que lucía los apéndices era él. No tragó el engaño con la muleta y contrató a un detective privado. Un día el supuesto amante de su mujer, un exfutbolista del Cádiz, recibió tres puñaladas de unos desconocidos. Esa faena de aliño le valió al torero dos años de condena por ser inductor de un delito de allanamiento de morada.

Pero si en algún lugar el genio De Paula brillaba con fulgor era sobre el albero, vestido de luces. De buenas, nadie como él interpretaba la media verónica ni transmitía su comunión con el toro. Puro arte. De malas, era capaz de hacer llover almohadillas en cualquier plaza. Como ocurrió en Las Ventas en mayo 1990. «El segundo salió torpón y De Paula dejó que la cuadrilla lo lidiara. El animal tenía peligro, pero mucho que torear. Rafael no quiso enfrentarse a él. Esperó a que sonaran los tres avisos y el toro volvió a los corrales», cuentan las crónica de aquella tarde. A la salida, formaban su cuadrilla tres policías nacionales con escudos.

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