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El ébola llega a Nueva York mientras la epidemia se recrudece en África

Un doctor de Médicos Sin Fronteras lleva el virus a la principal ciudad de EEUU y Malí se convierte en el sexto país africano afectado por la pandemia

M. GALLEGO / B. ROBERT

Sábado, 25 de octubre 2014, 01:06

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«¡Tenemos ébola en Nueva York!», corrían los mensajes de móvil. «¿Se montaría usted en el metro hoy?», preguntaba la presentadora de CNN a un médico. La respuesta de todos los expertos fue clara: «Sí, por supuesto». El caso del doctor Craig Spencer, de 33 años, que se contagió en Guinea, no supone un riesgo para el público.

Spencer, que trabaja para Médicos Sin Fronteras, llegó a Nueva York el viernes de la semana pasada. El martes se sentía cansado. Salió a hacer footing' por el parque elevado del High Lane. El miércoles quedó con su novia y unos amigos para jugar a los bolos en Brooklyn. Cogió el metro, hizo trasbordó, pasó la tarde con sus amistades y después regresó a casa en taxi. A la mañana siguiente tenía 39,4 de fiebre.

El médico cumplió rigurosamente con los protocolos que marcan las autoridades sanitarias, que piden a todos los que hayan estado en contacto con pacientes de ébola que se tomen la temperatura dos veces al día. Cuando descubrió que tenía fiebre, no llamó una ambulancia ni se presentó en un hospital. Telefoneó a su organización para que se activasen los protocolos de actuación.

Nueva York es uno de los cinco aeropuertos por los que entran a EEUU el 94% de los viajeros procedentes de África Occidental, así que la ciudad estaba preparada. Con lo que no contaban las autoridades es con que el miedo viaja más rápido que el virus. Y esa es la tarea a la que se enfrentó ayer el alcalde, Bill de Blasio, encargado de transmitir la calma en la ciudad.

Al amanecer, algunos viajeros del metro se cubrían la boca con máscaras a pesar de que, como recordó el gobernador Mario Cuomo, «el ébola no es como la gripe, no viaja por el aire y sólo se transmite por contacto directo con los fluidos corporales de la persona infectada». Las cuatro personas que tuvieron contacto directo con Spencer antes de que mostrase síntomas -su novia, dos amigos y la novia de uno de ellos- están en cuarentena. La bolera y el edificio de Harlem en el que vive se han desinfectado. Dado el efecto en la psicología pública que desata tener un caso de ébola en la ciudad, las autoridades se plantean recomendar la cuarentena para todos los que vuelvan de tratar el virus en Africa.

Al mismo tiempo, había algo que celebrar: la enfermera de Dallas que quedaba con la enfermedad, Nina Pham, fue dada de alta. «Aunque esté recuperada, tengo que reflexionar sobre otros que no han sido tan afortunados», dijo la sanitaria en homenaje al liberiano Thomas Eric Duncan, el único tratado en EEUU que no ha sobrevivido. Duncan no recibió una atención inmediata como los demás, sino que fue enviado a casa con antibióticos. Cuando volvió al hospital, ya en estado muy grave, se tardó una semana en administrarle un tratamiento antivírico experimental. Nunca se le hizo una transfusión de plasma con anticuerpos de un paciente recuperado, como al resto de los estadounidenses blancos que se han tratado en EEUU.

Primer caso en Malí

La expansión del brote de ébola en África occidental sigue sin control. Ayer se confirmó que Malí ya cuenta con un primer caso, y se convierte en el sexto país africano afectado. Una niña de dos años, procedente de Guinea, falleció a consecuencia de la infección. Las autoridades del país aseguraron que trabajan en controlar y aislar a las 43 personas que estuvieron en contacto con ella.

Malí era uno de los candidatos probables en la propagación del virus, por lo que la Organización Mundial de la Salud ya había desplazado a personal especializado para ayudar al gobierno a controlar la situación. En los próximos días enviarán a varios expertos más.

El número total de fallecidos a causa de este último brote de ébola asciende a 4.881 personas, según el último recuento. Más de la mitad -2.704- han ocurrido en Liberia. Para colmo, un estudio epidemiológico publicado ayer en la revista científica 'The Lancet' concluyó que el virus podría matar a 90.000 personas en este país si no se multiplican los recursos para frenarlo. «Nuestras predicciones dicen que el margen de maniobra para controlar el estallido y evitar una catástrofe se reducen con velocidad.», indicó AlisonGalvani, coautora del trabajo.

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