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Carlos Ferreiro, en un momento de la cata para Degusta LA RIOJA en San Sebastián.
La versatilidad de los reservas

La versatilidad de los reservas

Carlos Ferreiro muestra las posibilidades de envejecimiento del tempranillo y sorprende con un blanco exponente de los nuevos Riojas

ALBERTO GIL

Martes, 7 de octubre 2014, 00:49

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Bodegas Altanza (Fuenmayor) abrió ayer por la mañana el telón de la presencia de Degusta LA RIOJA en San Sebastián Gastronomika. Carlos Ferreiro, director técnico, y David Sáez de Ojer, gerente, propusieron un repaso a dos de los vinos de mayor rotación en La Rioja y en España, junto con una cata comparativa de tres reservas de la misma añada, la 2008, en la que pusieron de manifiesto la versatilidad del tempranillo y que el trabajo en bodega, más allá de que lo principal se logra en la viña, también es importante.

Bodegas Altanza es un proyecto que nació a finales de los noventa como fruto de la inquietud de un grupo de empresarios riojanos y su primer vino, el Lealtanza Reserva 1988, salió al mercado en el año 2002. El vino es un 'negocio' tranquilo y nadie mejor que Rioja, o Altanza, pueden dar fe de ello. Carlos Ferreiro recordó que la bodega cultiva 150 hectáreas en propiedad en una finca de Galilea -junto con otras 60 de olivar- que abastecen alrededor del 60% de la producción. El resto procede de proveedores de confianza que, en varios casos, aportan las viñas viejas con las que elabora sus reservas.

La cata

Comenzó con el Lealtanza blanco 2013. Un vino pionero en Rioja que incorpora la variedad sauvignon blanc, que Altanza plantó en el año 2008 en Galilea, y con el que sorprendió a propios y extraños al lograr una medalla de plata en el concurso mundial de esta variedad francesa: «La decisión histórica del Consejo Regulador de abrir la mano a nuevas variedades internacionales a partir del año 2008 fue un acierto, puesto que la viura tienen muchas limitaciones aromáticas», aclaró Ferreiro.

El Lealtanza blanco es fresco, con un punto de acidez y un recuerdo mayúsculo a frutas tropicales, que le hace exponente de las posibilidades que tienen los futuros blancos de Rioja. Con la personalidad además de que la sauvigon blanc no ha entrado en las preferencias de los viticultores a la hora de acometer nuevas plantaciones: «Es muy temprana, para el 15 de agosto en algún año hemos acabado de vendimiarla, y es de racimo pequeño y escaso rendimiento, lo que supongo retrae a muchos viticultores», explicó el enólogo.

Los tintos

El Edulis Crianza 2011 es un vino de éxito. Muy extendido en la hostelería riojana, y española, responde al perfil de vino amable, pero para nada 'soso', sino con la estructura y personalidad que requiere un buen vino de rotación.

Bodegas Altanza se especializó desde su inicio en los reservas. La 'reserva',originalmente, era la selección que el propio bodeguero o cosechero hacía de su mejores uvas o vinos para consumo personal. El Lealtanza Reserva 2008 responde al concepto más clásico «aunque de Bodegas Altanza, que no de Rioja», matizó el enólogo. En este sentido, el vino es potente, con carga aromática que combina la fruta con las especias y los balsámicos de la barrica francesa. Muy redondo y agradable es un gran 'estándar', que año a año logra 'clonar' Ferreiro sin pensar tanto en la añada, sino en un cliente fiel que huye de la impresión a primera vista por vinos más gastronómicos.

El Club Lealtanza Reserva 2008 era originalmente una selección de barricas para socios (empresas, sobre todo), pero que tras lograr 95 puntos en el año 2005 de Robert Parker se convirtió en un producto muy demandado en la exportación. El vino da una 'vuelta' al anterior. Selección de viñas viejas, madera más nueva para la crianza y una maceración y fermentación también diferentes en busca de una mayor potencia y estructura que, sin embargo, se convierte en golosidad y calidez cuando el vino pasa por la boca.

El Goya Reserva 2008, de la colección Artistas Españoles -iniciada con Miró en el año 2001-, insiste en la complejidad. Un vino prácticamente de pago, una seleccionada viña antigua de un proveedor habitual, y en este caso con roble francés muy fino y siempre nuevo. Los balsámicos, mentolados, con especias y frutas negras impresionan en la nariz para un trago sutil, sedoso y especialmente complejo. El Goya es un vino muy largo, muy al gusto del mercado americano, y la muestra de que la reserva no es una, sino que la uva tempranillo y la experiencia en la elaboración permiten ofrecer alternativas muy variadas dentro de una misma categoría: «Nos gusta hacer vinos para comer, para acabar la botella; no creemos en los vinos 'superestructurados', de cata, y creo que ha sido un acierto porque esa moda ya ha pasado», indicó David Sáez de Ojer.

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