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Fiesta por todo lo alto en La Ribera

Más de 8.000 personas acudieron a la llamada de Hermoso y Urdiales

PABLO GARCÍA MANCHA

Jueves, 4 de septiembre 2014, 00:52

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La plaza de toros de La Ribera vivió ayer una fiesta taurina por todo lo alto al conjuro de la cita programada por la empresa 'Chopera' para presentar oficialmente el cartel artístico de la feria y acercar el toreo a los riojanos desde una perspectiva única para muchos espectadores: el toro en el campo, el tentadero con el arnedano Diego Urdiales y los niños de su escuela toreando por vez primera y la presentación de Guillermo Hermoso de Mendoza, el hijo del mítico rejoneador estellés que ayer demostró sobre el ruedo de 'La Ribera' que ha heredado casi con precisión milimétrica los genes toreros de su padre Pablo.

La plaza fue una fiesta desde el principio, con más de ocho mil espectadores en el coso de Logroño, un calor importante y cientos de niños y gente muy joven animando y dando color a unos tendidos que en el primer anillo del recinto estaban repletos a rebosar y para los que había colas desde una hora antes de comenzar la función

El festejo tuvo tres partes: recortadores de 'Toropasión' ante dos vacas de esta ganadería riojana; dos becerras de la divisa de Antonio Bañuelos para Diego Urdiales y los chavales de su aula taurina, y un fin de fiesta con Pablo Hermoso de Mendoza y su hijo Guillermo, que lidiaron por colleras un fenomenal utrero de la ganadería murubeña de 'El Capea'.

Los recortadores de 'Toropasión' fueron el logroñés Héctor Pascual, el vitoriano Mikel Vallejo y los zamoranos Eusebio Sacristán y Saúl Rivera. Con la primera vaca realizaron los tradicionales recortes castellanos pasándose una y otra vez los pitones de la res a centímetros de sus espaldas. Pero, sin duda, lo más emocionante llegó de la mano de la segunda vaca, una bellísima tostada con dos pitones abiertos y astifinos, a la que saltaron más de veinte veces seguidas. La plaza fue un clamor e, incluso, los recortadores la devolvieron a los corrales con otra trepidante sucesión de saltos con salida a chiqueros.

La segunda parte la protagonizó el torero de Arnedo Diego Urdiales, que vestido de corto y con los zahones que le regaló su peña, dio una lección magistral en la puesta en práctica de un tentadero; es decir, de la labor de selección de futuras reproductoras que se realiza en la soledad de las ganaderías. Urdiales tentó dos eralillas castañas de la ganadería de Antonio Bañuelos, la de los famosos toros del frío que pastan en Páramo de Masa, provincia de Burgos. El picador fue Pedro Iturralde y Diego Urdiales, acompañado por su banderillero de confianza, Víctor García 'El Víctor', colocaron las veces necesarias a la becerra para que fueran tentadas desde el caballo por Iturralde. Las vacas pelearon en el caballo con bravura y en ocasiones tuvieron que sacarlas los toreros de a pie del peto.

Diego toreó a la verónica y por delantales con el capote, y en ambas becerras demostró su parsimonia con la muleta, tanto en redondo como en varias series al natural lentísimas. Al final de cada una de las faenas, los alumnos de su Aula Taurina tuvieron la oportunidad de torear por vez primera a una vaca, y encima de cara al público, con la presión que supone debutar en un coso con tantos espectadores.

La gran sorpresa de la tarde llegó con Pablo Hermoso de Mendoza, que vino a Logroño con las principales estrellas de su cuadra, entre ellos el mítico 'Chenel', quizás el caballo más artístico de la historia del arte del rejoneo. Pero sin duda, lo más emocionante vino con Guillermo Hermoso de Mendoza, hijo de Pablo, y que se presentó en Logroño en público. En el tercio de banderillas Guillermo, con el castaño 'Disparate', estuvo sencillamente sensacional mientras Pablo Hermoso, a lomos de 'Chenel', dejaba alguna de sus increíbles pasadas. El acontecimiento fue histórico, padre e hijo y dos caballos extraordinarios hermanos e hijos de 'Gallo', uno de los equinos más importantes de la cuadra histórica del jinete navarro. Y por si todo esto fuera poco, al final, Guillermo incluso se atrevió a bajarse del caballo y a torear con la muleta al utrero.

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