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FÉLIX DOMÍNGUEZ
Viernes, 8 de septiembre 2017, 10:43
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Ante el problema surgido en el monasterio de Santa María la Real de Nájera por la marcha de la comunidad de padres franciscanos, que vienen custodiando el cenobio desde hace 122 años, y teniendo en cuenta que era dicha comunidad la que contrataba a las guías que muestran el monumento a los visitantes, el patronato monacal celebró ayer una sesión extraordinaria para solventar dicha contingencia. Este organismo de vigilancia y control del histórico monumento lo forman los gobiernos regionales de Navarra y La Rioja, las diputaciones forales de Vizcaya, Álava y Guipúzcoa, el Ministerio de Cultura, el Ayuntamiento de Nájera y la comunidad de franciscanos.
El jefe del Ejecutivo riojano, José Ignacio Ceniceros, a quien corresponde este año el turno anual de presidencia del patronato, advirtió antes de dar comienzo la reunión que la intención del órgano rector del monumento najerino «es la de asumir directamente la gestión de las visitas al monasterio para que siga siendo un referente turístico de la ciudad de Nájera, una vez que se produzca la marcha definitiva de la comunidad franciscana el próximo 1 de octubre». En el cenobio hay contratadas dos guías profesionales a las que se suman una o dos más en temporada alta, además del personal de limpieza.
Con ello se pretende, dijo el presidente riojano, «preservar el monasterio, mantener su actividad como hasta ahora y potenciar su difusión desde el punto de vista cultural y turístico». En ese sentido, subrayó que la marcha de la comunidad de religiosos no afectará para nada al funcionamiento de la Escuela de Patrimonio, ni tampoco al culto que se realiza en la capilla y la iglesia, ni a las actividades culturales y turísticas que se vienen organizando como las rutas teatralizadas o los conciertos.
Ceniceros reiteró lo dicho por el responsable de la comunidad franciscana con ocasión de la sesión ordinaria del patronato celebrada la primavera pasada, que «la decisión de la marcha de los franciscanos obedece exclusivamente a la falta de vocaciones y es una decisión que se ha tomado en el seno de la congregación de franciscana y nosotros debemos respetar y admitir».
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