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NECESITAN RESPIRAR

SANDA SAINZ - REFLEXIONES

Domingo, 20 de mayo 2018, 00:31

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Desperézate, ve al colegio o al instituto, pasa buena parte del día allí y al salir prepárate para asistir a clases particulares, entrenamientos de tal o cual deporte y ten en cuenta que quedan los deberes y estudiar para los exámenes. El fin de semana puede que tengas competición aquí o debas salir a otro lugar de La Rioja o incluso fuera y el lunes vuelta a empezar.

Este ciclo rutinario e intenso afecta a niños y jóvenes y a sus familias cada curso y no tiene fin. Ahora que están a punto de terminar las clases (no queda nada) y las temporadas de los equipos de base, llega el momento de realizar las nuevas inscripciones a los campamentos de verano, escuelas deportivas estivales y los clubes han comenzado la captación de jugadores para la campaña 2018-2019. Esto no para y todavía quedan los torneos y exhibiciones deportivas de los próximos meses.

El conservatorio ha celebrado esta semana las jornadas de puertas abiertas y conciertos didácticos para mostrar sus enseñanzas a futuros músicos. La Escuela de Música y Artes Escénicas ofrecerá su 'conciertazo' con sus disciplinas artísticas el 1 de junio.

Hay que añadir la situación de los niños que van a entrar por primera vez al colegio, pendientes ahora sus familias de si acceden o no al centro elegido, de los adolescentes del instituto que tienen que escoger asignaturas pensando en su futuro profesional y de los que se gradúan. Colegio público o concertado, esta u otra rama de asignaturas, universidad o formación profesional.

La primavera es la época en la que se toman importantes decisiones que marcarán el futuro de nuestros jóvenes y ocurre mientras continúan las clases, los exámenes y las competiciones deportivas (los que no han terminado todavía).

Llegados a este punto creo que queda suficientemente claro que nuestros niños y jóvenes necesitan respirar. Parar en algún momento esta vorágine en la que se ha convertido la vida moderna.

El problema de esto es que al ser una constante cada año, cada temporada, nos hemos acostumbrado todos. Se hace más o menos llevadero y no nos paramos a pensar lo que estamos haciendo, que nuestros hijos no son máquinas ni deben tener todas las horas del día ocupadas.

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