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Imagen de la entrega del donativo a la asamblea alfareña de la AECC. ::
La fortaleza de las pulseras

La fortaleza de las pulseras

Parientes y amigos culminan la labor solidaria de una luchadora contra el cáncer, fallecida en noviembre pasado

Ernesto Pascual

Martes, 16 de mayo 2017, 09:56

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«Hoy es un día muy bonito. Para mi mujer, todos los días eran bonitos», confesaba ayer sonriente Daniel Pasquier. Junto a su hijo, sus familiares y decenas de amigos, Daniel finalizó ayer la labor que inició hace más de dos años su esposa, Conchita Grandes Ovejas, y que el cáncer le impidió proseguir. Una labor y un ejemplo de fortaleza que le han trascendido y que sus familiares y amigos han continuado.

Un año más, el puesto que tantas veces compartió Conchita con sus compañeras de la asamblea alfareña de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) participó en el Mercado Barroco de Artesanía de las fiestas de primavera, siendo uno de los más concurridos.

Sobre el mediodía, la algarabía y el ajetreo se detuvieron. Fue cuando Daniel pidió la palabra. Tras su fallecimiento el 17 de noviembre pasado, a los 58 años, la familia de Conchita entregó un donativo de 7.000 euros a la AECC fruto de la venta de las pulseras que ella, su hermana Cristina y tantos familiares y amigos elaboraron durante más de dos años de lucha contra el cáncer. «Fue su ilusión, pues en su cabeza tenía algo más importante: la solidaridad con más personas afectadas», explicó Daniel.

Conchita comenzó a elaborar pulseras a principios del 2015. Poco antes le habían detectado una recaída en la enfermedad. «En lugar de rendirse, comenzó a luchar, nunca claudicó», recordó su marido. Las primeras las regalaba. Luego comenzó a venderlas. Los alfareños se volcaron con ella. También salieron a vender a Rincón de Soto, Aldeanueva de Ebro, Autol, Tudela... El pasado 15 de agosto, en las fiestas patronales de Alfaro, Conchita sorprendió a la AECC con un donativo de 5.000 euros en un acto emocionante.

Conchita contaba que elaborar pulseras le devolvía la fuerza a sus manos. Siguió sumando fondos y haciéndolas hasta dos días antes de que su cuerpo no pudiera más. Su hermana Cristina y sus amigas y compañeras siguieron haciendo y vendiendo pulseras hasta llegar a los 7.000 euros donados ayer. «No han sido solo las pulseras, ha sido toda su vida», afirmaba Daniel: «Tras 42 años con ella, sus vivencias y su legado me han enriquecido".

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