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Noelia Morga coordina, con la colaboración de otros profesores y del director, el aula de convivencia del instituto alfareño. ::
Un espacio para el diálogo

Un espacio para el diálogo

El IES Gonzalo de Berceo cuenta desde hace seis cursos con el aula de convivencia

Ernesto Pascual

Martes, 11 de abril 2017, 10:29

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Dos sillones invitan a charlar. A su vera, una pizarra invita a reflexionar en papel de colores sobre lo vivido. Un dibujo sobre un tablón engaña a la vista, con perspectivas distintas según donde la mires, mostrando que cada uno vemos la misma realidad con distinta óptica. No parece el aula de un instituto. Pero lo es. Es el aula de convivencia del IES Gonzalo de Berceo de Alfaro.

Ahora que el ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, invita a las comunidades autónomas a aplicar el Plan de Convivencia Escolar, el instituto alfareño es ejemplo de que, con sus propios recursos, lleva seis años compartiendo esta experiencia que desde el sentido común y el respeto enriquece el día a día en sus aulas, pasillos y en la ciudad.

Como todos los centros, el IES Gonzalo de Berceo cuenta con su plan de convivencia. Pero a todos llega la hora de la verdad al aplicarlo, al encontrarse con la realidad de la ausencia de horas de los profesores y de la falta de recursos para que los centros lo puedan aplicar. En el alfareño, la vocación de una de sus profesoras, Noelia Morga, y la complicidad de varios profesores y del director, Alejandro Delgado, lo hizo posible hace seis cursos. «El plan de convivencia plantea varias opciones. Una es el aula de expulsados, que es contraproducente; otra es el aula de convivencia, donde enseñamos a convivir, un aula de trabajo, de análisis, de búsqueda, de reflexión y de diálogo», explica Morga.

Con el aula consolidada en el día a día del instituto, pasan todo tipo de relaciones y personas: situaciones de conflicto, de soledad, de tristeza, fricciones del día, en la familia, discusiones de amigos. Conflictos de alumnos con alumnos, entre cuadrillas de amigos, de alumnos con profesores, de profesores con padres y de alumnos con padres.

«Somos un nexo entre todos ellos, el observador que ve las situaciones e intentamos reconducirlas desde el análisis. Explicamos las consecuencias reales de los conflictos que surgen, reflexionamos sobre las causas y les damos estrategias para solucionarlo», describe la coordinadora. Buena parte de la labor se vive en los pasillos. «Mientras acostumbramos a hablar mucho a los chavales, lo importante es escucharles», aconseja.

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